Carta a José Manuel Mireles Valverde

Símbolo de lo mejor que tiene México.

15 de septiembre del 2014, Madrid, España.

Admirado José Manuel Mireles Valverde:

Antes que nada me presento. Me llamo Francisco Negrete Mendoza, soy moreliano, michoacano, nací en 1987 y desde hace seis años me encuentro haciendo mi vida en Madrid, donde usted también tiene su casa. Aquí estoy tratando de adentrarme en los estrechos e ingratos mundos del periodismo cultural (soy un apasionado de la música, cine, literatura y en general todas las artes y la expresión) con hasta ahora poca fortuna debido a las escasas oportunidades que ofrece el gremio y en estos momentos incluso estoy pensando tirar la toalla definitivamente y dedicarme a cualquier otra cosa…

He seguido desde la distancia todo el caso de las autodefensas con mucho interés y excitación desde que el fenómeno comenzara a tomar relieve no sólo a nivel nacional, sino de manera internacional, gracias en buena parte a que las autodefensas llamaron la atención de la prensa. Siguiendo el caso he sentido diversas emociones, desde la rabia e indignación hasta la alegría, esperanza y el orgullo. Usted y las auténticas autodefensas, aquellos/as quienes no han traicionado el movimiento legítimo, son para mí, como michoacano, uno de mis más grandes orgullos.

En Madrid suelo hablarles a mis amigos y conocidos (en una ciudad como esta conoces a mucha gente que está de paso que luego nunca vuelves a ver) sobre quién es usted, quiénes son las autodefensas, cuál es la triste y difícil situación en Michoacán y en el resto de México, qué llevó a la gente civil a armarse y luego a ser aprisionadas injustamente. También, por otra parte, les hablo sobre la inmensa generosidad que prodiga la gente buena de mi tierra.

Entre mis amistades y conocidos no sólo hay españoles de norte a sur, de Andalucía al País Vasco, sino gente de toda Europa, América Latina y el mundo. Cuando les hablo de usted y de las autodefensas muchos se quedan sorprendidos, como si les estuviera describiendo las escenas de una película o el argumento de un libro de ficción. ¡Qué más quisiera yo que se tratara tan sólo de eso!

Cuando uno está lejos de casa, admirado Dr. Mireles, y esto usted lo sabrá mejor que nadie en estos momentos en que tiene que ver la vida a través de unos grises barrotes, a menudo te zozobra la impotencia, y te llegas a sentir imposibilitado, atado, medio muerto. Algunas veces me he despertado a mitad de la noche con una sensación de angustia sobre el pecho, preocupado por lo que pasa en Michoacán y en el resto del país: tanta injusticia, violencia, mezquindad, mendacidad, corrupción, atraso, ignorancia… Ciertamente hay motivos para sentirse así.

Precisamente, admirado Dr., una de las razones por las que me fui de México es la inseguridad. Sencillamente estaba cansado de la situación, de que me asaltaran por ir caminando por las calles de mi ciudad (¡si uno no puede disfrutar las calles de su ciudad entonces qué le queda!), o de que asaltaran a mis amigos y conocidos. También me harté de que mucha gente en México haya normalizado una vida así, no exigiendo ni planteándose siquiera otra realidad más amable y justa con todos.

Fíjese lo que son las cosas: la última vez que fui a Morelia a finales del 2011, luego de haber estado casi tres años ininterrumpidos en suelo español viviendo con la tranquilidad de quien no tiene que mirar por detrás de la espalda a cada paso que da, un taxi pirata con dos tripulantes nos abordó violentamente sobre el boulevard García de León a mí y a dos amigos que venían conmigo (un chico y una chica), intentando llevarse a uno ellos. Era de noche e íbamos hacia la casa de mi madre (donde, dicho sea de paso, a usted también se le recibiría como en casa), no muy lejos de la zona de bares de la que veníamos, donde habíamos estado tomando algo alegre y relajadamente, disfrutando de nuestra amistad (¡si uno no puede disfrutar de sus amigos en su ciudad, entonces qué le queda!). Debido a que nos opusimos con criterio a la fuerza de los individuos no pasó nada; llamamos a la policía pero, por supuesto, no hicieron gran cosa por nosotros. Qué quiere que le diga, ante cosas así a uno hasta le da reparo volver porque ¿si me ocurriera algo así otra vez, solo o acompañado, y no tengo la misma suerte, qué?

En fin, pasando a otros temas, le diré que me resulta curioso que cuando veo su rostro y escucho su voz, puedo ver las facciones y oír el acento y los timbres de voz de mi familia (algunos son de Apatzingán, otros de Uruapan) y de algunos amigos a quienes ya no puedo ver debido a la distancia, e inmediatamente me entran recuerdos entrañables de mi primera vida allá en Morelia. No le conozco Dr. pero como que ya le conozco a través de mis referencias y raíces. Para mí, usted es el símbolo de lo mejor que tiene México, y aunque guardo plena consciencia de que un país sólo puede mejorar y progresar con la lucha y el aporte de todos y cada uno de los que realmente quieren un mundo justo, le voy a pedir Dr. que por favor no nos falle nunca y que nunca cambie, y que si cambia que sea sólo para mejorar todavía más. México necesita apremiantemente de hombres y mujeres conscientes y activos como usted, que sepan lo que es la integridad y la dignidad.

Señor Mireles, me agradaría poder enseñarle las calles de Madrid. Aparte de la belleza de sus edificios, rincones y mujeres, creo que le complacería respirar el ritmo que hay por aquí -al margen del inevitable y lógico frenesí de toda capital o gran ciudad (como ocurre monstruosamente en el D.F. y también aunque mucho menos en Morelia)-, un ritmo benévolo y bonachón para con sus habitantes, porque se diría que, en general, la mayoría de los ciudadanos aquí se desplazan de un lado a otro sin ningún miedo, casi hasta diría que de manera inocente. Constantemente me imagino un México así, Dr., y realmente espero verlo antes de que me toque morir y si no es así al menos quiero morir intentado construir un México así. Desde luego, España y Europa no son ningún paraíso, claro que hay problemas (entre otros aspectos, el gobierno por acá también está lleno de caraduras y, más preocupante aún, hay movimientos que nos indican que otra vez el fascismo está asomando su horrible rostro a lo largo de Europa, causando inquietud ahí donde enseña los dientes), pero es un hecho que, desde hace años, los problemas de México son definitivamente muchísimo más graves que lo que ocurre en otros países más equilibrados.

 Como líder de las autodefensas usted sabe perfectamente que sólo se puede hablar de democracia si la ciudadanía está verdaderamente activa en las decisiones sociopolíticas de su país y entorno, ya que sólo así el poder realmente reside en el pueblo. Por ello, urge que nuestras sociedades se den cuenta de su enorme capacidad para articular un mundo mejor si se unen y manifiestan su voluntad. En Madrid he podido aprender muchísimo sobre varios aspectos de la vida, entre ellos el comprender más mi mexicanidad, la parte hispana de mi sangre, pero también he podido rodearme y formar parte de una porción activa, exigente, valiente y decidida de la ciudadanía. He podido comprobar no pocas veces el poder que tiene el pueblo unido, luchando por objetivos en común. He visto cómo leyes injustas, planes nocivos de urbanización, sistemas de represión, intentos de privatización de bienes públicos que beneficiarían a muy pocos, etc., no consiguen prosperar debido a la presión social, la resistencia ciudadana y la estrategia colectiva jurídica.

Estoy convencido de que se logra justicia si uno participa y se une a movimientos (protestas, marchas, grupos de acciones específicos, partidos políticos no pervertidos, etc.) que expresan un descontento generalizado. Y de hecho, tantísimas movilizaciones y organización ciudadana ha habido en España en los últimos seis años (desde que estalló la crisis financiera por aquí) que ahora hay probabilidades reales y tangibles de que España experimente radicalmente un cambio de política a partir de las elecciones del año 2015, debido al auge de un movimiento político que nació precisamente a raíz de una indignación compartida, un partido integrado mayoritariamente por gente civil común y corriente, hartos de la corrupción, la injusticia y desigualdad, personas con verdadera vocación social y política, con habilidades, conocimientos y voluntad para proponer y solucionar. Desde luego no deposito mis esperanzas en un partido que no sabemos todavía qué tan bien puede funcionar y que en su trayectoria se puede pervertir y podrir como tantas cosas, pero mientras tanto celebro sonriente su existencia, y considero que es una realidad de lo más interesante y necesaria.

Este caso en España del que le hablo y la aparición de las autodefensas en México, así como tantos ejemplos aquí y allá, indican que sí se está dando un cambio de mentalidad alrededor del mundo; lo malo es que no todos lo ven así ya sea porque tienen miedo a los cambios o porque afecta a sus intereses, por tanto el camino hacia la justicia se nos presenta lleno de obstáculos, baches y amenazas. Es un tema muy complejo pero no podemos quedarnos de brazos cruzados; tenemos que seguir hacia adelante.

Podría pasarme todo el día escribiendo, reflexionando y contándole historias para entretenerlo y sacarlo de la monotonía de su celda, pero por ahora me detendré aquí, esperando que en el futuro pueda volver a comunicarme con usted.

Le deseo una pronta liberación y mucha salud.

Sinceramente, un autodefensa más,

Francisco Negrete Mendoza.

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