Domingo de pesca

Ese hombre reflotado en pesadillas por un niño podría ser yo, cualquiera, pero yo aún estoy vivo y sigo escuchando el mar.

Desde allí miré el mar, y el cielo, y

las gaviotas revoloteando sobre la blanca playa

Raymond Carver

¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime! 

Miguel de Unamuno

 

 

Frente al pantalán del puerto

En la escollera

Bloques rectilíneos de hormigón

Grises y afilados entre cañas

Negras algas tejen blandas

Guirnaldas al romper de espuma blanca

Olas de sudario en su batir

Restos de un cuerpo que esta noche

Ha devuelto la marea con sus despojos

 

Es un cuerpo sin nombre

Un hombre hinchado

De ojos empañados que una vez

Preparó con cuidado

Tarjetas de felicitación

Y sintió el abrazo de un amigo

Y eso ya

justificaría haber vivido

Y en la frente el beso de su padre

Y eyaculó sobre una mano y la limpió

En una colcha de dibujos infantiles

Que aún retiene el eco de canciones

Y sudó y fue cruel y tuvo sueños

Y esperanzas e intentó ser fuerte

Y calmar en una fuente la terrible

Sed de infinitos y desiertos

Que no iba a recorrer nunca

 

Ese cuerpo fue de un hombre

Que fue amado y amó y se estremeció

Al sentir el tacto de unos labios de mujer

Sobre el sexo adolescente

la húmeda lengua

Como un veneno en la fiebre de los cuerpos

En la emoción de un verso recitado en clase

Y sintió como un metal incandescente

La daga de la traición

Y pensó que ya era tarde

Y un alambre de espinos lo envolvió

En un derrumbe presentido

En la coda sin sentido de la nada

Que fue anegando sus días

 

Ese cuerpo que temió el dolor y ahora

Arremolina miembros rotos y curiosos que bostezan

Ante su horror desnudo y van dejando

Huellas amables en la arena que otra noche

Sostendrá el peso de otros cuerpos que se funden

Un cuerpo solo

Cáscara de decepción en la mañana

Clara y limpia del domingo

No siente ya el temor que lo asolaba

Ni la suave caricia del sol de primavera

Ni temblará cuando las tardes

Declinen en verano con su brillo ahogado de oro viejo

Y la noche martillee con una procesión de nombres

Un salmo sin respuesta en el dolor de las ausencias

Y clave en los insomnes astilladas

uñas de soledad

 

Ese hombre

Reflotado en pesadillas por un niño

Podría ser yo

Cualquiera

pero yo

Aún estoy vivo

Y sigo escuchando el mar


Marcos Matacana Martín (Sevilla, 1973) es licenciado en Ciencias de la Información (Periodismo) por la Universidad de Sevilla. Ha trabajado como periodista y, desde 2004, es profesor de Enseñanza Secundaria en la especialidad de Lengua Castellana y Literatura. Ha publicado poemas en revistas literarias impresas y digitales, “A humo de pajas y otros poemas” en Portal de Poesía y “Mirador” en Cuadernos de Humo. Participa en el blog Ínfula Barataria junto con Ballerina Vargas.


Foto de cabecera: We all are made of water (2013) de Matteo Varsi.

Se puede conocer su obra en su web.

Contamos con la autorización del artista.

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