Inauguración Bestia Festival: sonidos de otro mundo

En la triple presentación inaugural, Heavy Metal Duo aumentó el peso de la gravedad, Marc Ribot derrochó virtuosismo y Han Bennink + Terrie Ex ofrecieron el momento más caótico e informal de la noche.

Bestia Festival, enfocado en la experimentación, improvisación y free jazz, inició actividades este 19 de noviembre con tres presentaciones en el Teatro de la Ciudad, ubicado a escasos metros del emblemático Zócalo capitalino.

Aunque por medio de redes sociales la organización anunció que el primer acto sería el del dueto entre Han Bennink (batería) y Terrie Ex (guitarra), en punto de las 20:30 hrs las bambalinas se abrieron para revelar el escenario en el que se hallaban dos siluetas, sin embargo, no se trataba de los holandeses, sino del conjunto norteamericano de tuba y trombón Heavy Metal Duo, juego de palabras en referencia al género «metal» y a la cantidad/peso de este elemento utilizado para la creación de sus instrumentos. Lo componen Bob Stewart y Ray Anderson (tuba y trombón, respectivamente), quienes cuentan con colaboraciones con figuras como Charlie Mingus, David Murray y Roscoe Mitchell (por nombrar algunas).

En cuanto sus labios se acercaron a las boquillas fue como si la gravedad en el recinto hubiera triplicado su fuerza; los tonos graves de la tuba y la volatilidad atonal del trombón poco a poco nos hundían en nuestros asientos. Al final de la pieza «Heavy Metal Knew John Henry«, Anderson explicó que la composición se basa en la leyenda y héroe afroamericano del folclor estadounidense, «el hombre que, contaban nuestros ancestros, era más fuerte que el metal y las montañas… Y lo era», bromeó.

Tras una pieza más y antes de iniciar la tercera, Bob Stewart relató una anécdota: un día se encontraba en la ciudad de Nueva York caminando sobre la 16th Street, famosa por la gran cantidad de restaurantes mexicanos que se ubican a lo largo de ella, y mietras buscaba algún lugar para comer Stewart dio con una tienda de discos y grabaciones mexicanas, fue entonces cuando descubrió la llamada música «banda» o «grupera», en la cual utilizan la tuba. Esto le llamó la atención y compró algunos materiales. A partir de ello, se inspiró para componer la obra que a continuación interpretaron (sin título).
Sin duda el inicio era muy parecido al estereotipo de canciones gruperas que conocemos, pero al paso de unos cuantos minutos ya se había transformado en algo totalmente diferente, más de acuerdo a la línea jazzera que ya venían exponiendo.

También ejecutaron una adaptación de «Monk’s Mood» del pianista Thelonious Monk.

Durante la mayor parte de la presentación, Stewart marcaba el ritmo mientras Anderson se explayaba, tratando de conseguir los tonos más extremos alargando la vara del trombón hasta casi tocar el suelo.

Cerraron con «Some Day«, con la cual consiguieron que la audiencia siguiera el ritmo con sus palmas; aunando pasos de baile, buen humor y disminuyendo el nivel de los decibeles, poco a poco abandonaron el escenario.

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Foto: Óscar Villanueva.

No habían transcurrido ni diez minutos cuando Marc Ribot daba la cara a los presentes. Más de 20 álbumes a cuestas y colaboraciones con talentos como John Zorn, Elvis Costello, Andrés Calamaro, Tom Waits, Los Cubanos Postizos, entre otros, el de Newark se presentó con su fiel guitarra en la mano izquierda y con un reloj de arena en la derecha que marcaría la duración de su exhibición.

La afinación que utilizó para este concierto fue tal que daba la impresión de que las cuerdas estuvieran flojísimas, por lo que el sonido que emanaba era un tanto sucio y rasposo, además las técnicas de rasgueo que empleaba saturaban la sala, ¡y todo ello solamente con una guitarra acústica!

Durante más de 15 minutos sin pausa ejecutó su primera pieza. Imposible captar todos los métodos empleados, nombrar todos los estilos que ha perfeccionado: punk, hardcore, rock & roll, flamenco, ritmos latinos como el son cubano y la rumba, etc… Impresionante la conglomeración de géneros, corrientes, épocas y siglos para llegar a una composición de esta naturaleza.

Una observación curiosa era la visibilidad de dos cuerdas sin recortar al final de la guitarra, asemejándose a dos antenas, las cuales parecieran delatar a Ribot como un ser proveniente de otro mundo.

Foto: Óscar Villanueva.

Foto: Óscar Villanueva.

Asimismo, algo inverosímil de observar fue la multiplicidad de acciones que podía realizar: al mismo tiempo que ejecutaba con destreza tappings y rasgueos, con su otra mano afinaba con toda tranquilidad todas las imperfecciones de su instrumento.

Cuando la gravedad hizo efecto sobre el último grano de arena, Ribot culminó y sin decir una sola palabra abandonó el escenario.

A mí parecer fue una exposición marcada por el virtuosismo, mas no por la genialidad o por sucesos prodigiosos (esto en general para todos los actos), el norteamericano fue sobre todo a demostrar sus capacidades técnicas.

Me parece importante señalar que al día siguiente del concierto se efectuó la megamarcha en apoyo a los estudiantes desaparecidos de la Escuela Rural Normal de Ayotzinapa y Ribot fue partícipe de ésta, portando un afiche con las fotografías y nombres de cada uno de ellos.

Foto vía Bestia Festival

El último acto tardó un poco más en ser montado, sin embargo, se efectuó casi una hora antes de lo que estaba predeterminado.
Terrie Ex (por su labor en la banda The Ex) y Han Bennink muy animados saludaron al público mexicano. Bennink se sentó en la tarima y concibió una pequeña improvisación en la madera de ésta. Poco después se dirigió hacia la batería y al unísono engendraron anarquía y confusión en los parámetros «establecidos» de la música. La presentación más caótica e informal de la noche.
Distorsión y ritmos irregulares, entrecortados en la guitarra barítona de Terrie, utilizada más como percusión que como instrumento de cuerdas, la cual golpeaba constantemente con la mano o con una baqueta que resguardaba entre los dientes cuando no la utilizaba.

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Foto: Óscar Villanueva

Influencias fundamentalmente jazz, que como sabemos desde su nacimiento es una música esencialmente improvisada, donde los músicos parten de unos esquemas previos y de sus conocimientos y habilidades adquiridas a través de sus años de estudio para ejecutar solos improvisados sobre la estructura armónica de los temas. Aunque en este caso con muchas variantes extra, como el uso de la bota de Bennink como una percusión más, el poner una baqueta dentro de su boca contra el cachete y golpearla con la otra produciendo un sonido hueco, o su performance (tintes cómicos) tirándose al suelo y arañando la tarima con sus baquetas para producir un sonido diferente, mientras que a la par y por su parte Terrie arrastraba la cola de su guitarra. Acciones de esta estirpe identifican al post jazz y a la música experimental.

Ambos con una gran alegría en su estado de ánimo, agradecieron a los asistentes y exterminaron todos nuestros procesos cognoscitivos con una última pieza.

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Foto: Óscar Villanueva

Mencionar que la calidad del audio no tuvo ninguna falla y siempre fue impecable. Aplaudo también la inversión de la organización por un buen sistema y la alta calidad de los ingenieros, además, claro, por el trabajo contracultural por difundir en México música que aún está algo fuera de nuestro imaginario y de nuestro control comercial.


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