Los Evangelistas: Ecos de dolor

Morente, tus discípulos te honran. ...Read More

Miércoles 7 de marzo del 2012. Colegio Mayor San Juan Evangelista, Madrid.

Como ya hicieran Los Planetas en julio del 2009 cuando lanzaron su recopilatorio Principios básicos de astronomía, Los Evangelistas repitieron fórmula y obsequiaron una entrada a los primeros que se hicieran de su Homenaje a Enrique Morente el día de su publicación en Fnac Callao el día 21 de febrero.

Se antojaba entonces que fuese un concierto íntimo, con poca gente y cerquita de los músicos.

EVANGELISTAS-1-3-LVÚLa sala tiene una capacidad para 485 personas repartidas en filas de butacas a lo largo de dos plantas. Si uno cerraba los ojos y se dejaba llevar por el canto gregoriano que amenizaba la espera, las velas que decoraban el escenario y el fuerte olor a incienso que se desprendía de algún lugar, podrías pensar que estabas en el preludio de una especie de misa o liturgia. Caras conocidas del mundillo musical y cultural se dejaron ver por el concierto, como Ajo Micropoetisa (poeta y músico que parece que no se pierde un evento), Jesús Ordovás (periodista y locutor de radio), David Saavedra (colaborador habitual de Rockdelux) y seguramente otros que no reconocí. Atrás de mí una pandilla de amigos y amigas charlaba alegremente, eran colegas de Ernesto «Eric» Jiménez Linares, batería de Los Planetas, Los Evangelistas, ex de Lagartija Nick, ex de Napoleón Solo, ex de KGB y además el mejor baterista de rock de España; se dice rápido. Uno de esos amigos decía que Eric le había llamado minutos antes para meterle prisa ya que comenzarían, según él, a las 21:00 en punto. No obstante, ya pasábamos de la hora como por unos veinte minutos. Por mi experiencia, Los Planetas y compañía nunca han hecho algo puntual en su vida.

Se cierran las puertas, se acerca el momento. Juan Ramón Rodríguez Cervilla, es decir Jota (guitarra y voz), Florentino Muñoz Lozano, Florent para los amigos (guitarra), el ya mencionado Eric, Antonio Arias (guitarra y voz, y líder de Lagartija Nick) y un músico que les acompañaba al teclado entraron al escenario. Aplausos. Atacaron de lleno con el primer track de álbum, “Gloria” (“Señor al que por el amor forzado entiendo, de mi mal hiciste enmienda, nos libre de tu ira y nos defienda). El sonido no era tan exageradamente saturado como algunos conciertos de Los Planetas o de Lagartija Nick y se les veía tranquilos desde el inicio. El segundo tema al hilo, sin pausa entre uno y otro (justo como en el disco), lo ejecutaron con pericia. Era “Decadencia” y sus líneas de contenido desafío (“Todo el mundo me da de lado porque me ven en decadencia, pero yo me he dado cuenta y el mundo no se ha acabado, que puede dar otra vuelta”). Cuando le siguió “Serrana de Pepe de la Matrona” (“Me voy llorando, me voy llorando, a la Sierra Morena me voy llorando”), que por cierto suena estupenda en directo, pensaba que sería ya seguro que Homenaje a Enrique Morente se ejecutaría de principio a fin, era lo más lógico, pero me equivoqué. Le siguió un tema que no viene en el álbum que se le conoce como “Pastorcillo” como pude ver al final del concierto en el tracklist que se llevó un chico que estaba al lado de mí. Lamentablemente no recuerdo ni un sólo verso de ese tema pero el contenido musical era oscuro, pausado, espacioso, cercano a la naturaleza del resto de los temas, por lo que no desentonó. Para entonces Antonio Arias se quitó su saco y pudimos observar el decorado de su chaleco con la palabra “Morente” en vertical en el lado derecho y un dibujo del rostro del cantaor en el lado izquierdo. El público estaba sentado, atento, disfrutando de un evento que a priori se presentaba más solemne que desmadroso.

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El siguiente tema fue “En un sueño viniste” (“En un sueño viniste a mi cama, parecía que tu suave brazo de almohada me sirvió, parecía que me abrazabas, que sufrimos del amor y el desvelo”), en donde echamos de menos la bandurria que toca Antonio Arias Romero en el disco, padre del líder de Lagartija Nick. Los paulatinos acordes de “Amante” hirvieron poco a poco como una fragancia hipnótica (“Amante, amante, que hasta las pestañas me estorban para mirarte”), hasta que le abrieron paso a las “Alegrías de Enrique”, un tema al que se le distingue notoriamente su influencia flamenca en esos “Tirititrán tran tran” del inicio. La potente y bella “Donde pones el alma” (“Esta noche no me acuesto, la jerga no tiene paja, esta noche duermo en el suelo”) consiguió contagiarle su energía al público. Aplausos. Los músicos salieron del escenario, algunos pensaban que eso sería todo, pero tan sólo era uno de los dos bises de la noche. El sonido había sido aceptable en todos los temas, pero definitivamente no era perfecto. Les hacía falta que la ecualización de los instrumentos estuviese más depurada. Ya antes había experimentado esta sensación escuchando a Los Planetas: no sé por qué, pero no consiguen defender sus directos a la altura del nivel con la que graban sus espléndidos álbumes, una verdadera pena.

La segunda parte del directo fue aún mejor que la primera, más emotiva y emocionante porque contó con dos invitadas de lujo que ya habían dejado su voz en el disco: Carmen Linares en “Delante de mi madre” (“Delante de mi madre no me digas ná, porque me habla mu malamente cuando tú no estás”) levantó “bravos” y atronadores aplausos, alborozo que sólo fue superado con la aparición de la segunda hija de Enrique Morente, Soleá, interpretando dos de los temas más tristes y dolorosos del LP, “Yo poeta decadente [Fantasía del cante jondo (tercer movimiento), zambra]” (“Yo, poeta decadente, español del siglo veinte, que los toros he elogiado, las golfas y el aguardiente y la noche de Madrid”), y “La Estrella” (“Si yo encontrara la estrella que me guiara, yo la metería muy dentro de mi pecho y la venerara, si encontrara la estrella que en el camino me alumbrara”). Temas profundos que calaron en los sentimientos de los músicos y del público y que sin duda fueron lo mejor de la noche. Salieron de nuevo del escenario y con el público ya acalorado regresaron sólo para interpretar un tema más: “El Loco” (“Aquel al que le pareciera que mis penas no eran ná, siquiera por un momento que se ponga en mi lugar”), una de las canciones más accesibles del disco por su textura y progresión tan rematadamente planetera. Gran final.

No sé por qué motivo no tocaron “Encima de las corrientes” a pesar de que estaba incluida en el tracklist que miré al final.

El público se le sentía satisfecho y descargado, como si hubiésemos pasado a través de una terapia, porque quizá sí realmente estuvimos en una.

En el lobby vendían los libros en recuerdo y homenaje a Enrique Morente que editó la revista cordobesa Boronía y la gente se saludaba y conversaba alegremente. Yo me fui en silencio, sin perturbar la atmósfera ni trastornar mis impresiones, no merecía la pena hacerlo después de haber escuchado esos ecos de dolor.

Morente, tus discípulos te honran.

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Fotos: FNM.

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