AKRON. Synaptic Beat

Si el debut de Akron, proyecto solista del barcelonés Pau Loewe, nos proponía un viaje a través del espacio, su segundo larga duración, "Synaptic Beat" es una “investigación dentro de la mente, la conciencia y el Yo”.

Akron-Synaptic-beat-LVú-portadaA Akron, nombre tras el que se esconde el barcelonés Pau Loewe (nunca mejor dicho puesto que actúa bajo máscara) se le pudo disfrutar en Madrid en formato trío en mayo del 2013 a razón del treinta aniversario del sello Munster. En aquel momento sólo contaba en su discografía con su LP debut, Voyage of exploration (Vampisoul, 2012) y un 7’’ con dos temas titulado Tokelau / Eibon (Carajillo Records, 2013). Pronto se publicaría su segundo LP, Synaptic Beat (Vampisoul, 2013), continuación de ese género que él define acertadamente como exotic space junk music; música influenciada, a grandes rasgos, por nombres como Les Baxter, Delia Derbyshire, Mort Garson, Sun Ra, o las bandas sonoras de la década de los 70 (ciencia ficción, serie B, misterio, acción, comedia…).

Si en su debut nos proponía un viaje a través del espacio, el segundo es una “investigación dentro de la mente, la conciencia y el Yo”. Un disco conceptual en torno a la comprensión y reflexión científica y filosófica sobre el funcionamiento y naturaleza de la mente humana, así como sus posibles relaciones con el cuerpo, el alma y la consciencia.

A priori se trata de un planteamiento enrevesado pero Loewe es un hombre con las ideas claras y por ello su propuesta nos aporta algo que va mucho más allá del mero disfrute musical (que no es poco), aprendizaje y pasión por la neurociencia y la filosofía, ofreciéndolo de una manera original, ligera y a la vez sofisticada, oída pero a la vez nueva.

El disco contiene trece composiciones instrumentales compuestas por Loewe. Sobresale el uso de los bongos, teclados, percusiones varias, bajo y arreglos. Del set destaca sobre todas “Neural Network” por la manera en que combina la posible influencia de obras de compositores como Karlheinz Stockhausen (pienso en “Spiral”, “Pole”, “Japan”…), el aire selvático, cinemático y setentero -que quizá sea el elemento que más defina el quehacer de Akron- y una incursión de tendencia barroca a mitad de la pieza.

También gustan “Shadows of the mind” por su ritmo africano como contraparte a un orden más predecible; “Conquest”, que comienza con el zumbido de un mosquito, sobre la misma línea, recurre a ritmos más caribeños; y “Synaptic Beat”: hipnótica, sensual y retrofuturista.

“I am a strange loop”, delicia para el melómano de gustos menos convencionales, pareciera el registro sonoro de un animal marino comunicándose. De hecho me recuerda a una escena del documental Encounters at the End of The World (Werner Herzog, 2007) en la que unos investigadores biólogos que habitan en la Antártica muestran cómo es el sonido que emiten las focas debajo del agua, sonidos inorgánicamente orgánicos. Sin embargo “I am a strange loop” no se trata de esto, sino del sonido manipulado que Akron provoca al golpear un metalófono (un instrumento idiófono, como el xilófono).

“D.A.R.Y.L.”, título prestado de un film de ciencia ficción dirigido por Simon Wincer en 1985, combina elementos rítmicos y espaciales aunque no termina de cuajar. “Mind and Matter” es una selva, en parte misteriosa, en parte febril. “Kalypaakqua” podría ser el acompañamiento de un ritual pagano, futurista pero antiguo, en torno al fuego. Y por su parte y finalizando el álbum, “Death of a neuron” describe un pasaje de duelo, manteniendo tensión dramática.

Interesantes pero de menos alcance son composiciones como “G.E.B. I” y “G.E.B. II”, par de piezas breves que se titulan así en homenaje al libro Gödel, Escher, Bach: un Eterno y Grácil Bucle publicado en 1979 por el científico y filósofo estadounidense Douglas Hofstadter, título vital (ganó un Pulitzer) para profundizar en el entendimiento de nuestra mente. La primera de ellas muestra un vaivén entre oriental y medieval, y la segunda retoma el mismo motivo pero acelerado y revestido.

“The Mind’s I” y “Neurogenesis” son cortos pasajes escenificados. El primero, en parte, se aleja de la estética del resto de los temas al emplear elementos folk. Acústica y árida, quizá se trate de una evocación sobre cómo sonaría pasear por la superficie de Marte. La segunda describe musicalmente la regeneración de una neurona, un proceso que hasta hace poco no se creía posible. Ambos temas presentan estructuras atractivas (más “Neurogenesis”) pero finalmente se quedan en la anécdota.

“El ritmo de las relaciones fundacionales de contacto entre las terminaciones de las células nerviosas”, como así se podría traducir científicamente el título de este álbum, es un trabajo que podríamos calificar como “música para pensar”, tanto como para pensar la música que estamos escuchando por su sólo valor (sin ideas conceptuales de por medio), como si la dejamos de fondo mientras pensamos o reflexionamos sobre algún otro asunto, como bien podría tratarse de la fascinante lectura que Akron ofrece en el folleto (en inglés) que contiene el disco, algo así como un ensayo-manual con base científica y filosófica que profundiza en torno a la naturaleza y el funcionamiento de nuestro cerebro. El lector-escucha de ese disco se descubrirá reflexionando sobre las alucinantes incógnitas y paradojas que el tema plantea.

Esta etiqueta, “música para pensar”, se cumple en buena parte debido a que la estructura y condición de estas composiciones nos mantiene en un estado mental de concentración ya que, en general, los temas se mueven bajo un orden cerebral casi computacional, si bien asimismo poseen el elemento humano, siempre impredecible. El disco es un viaje a través de una gran jungla neuronal que va obrando de forma sincronizada su misterioso cometido ante nuestros oídos. La ilustración de la portada así lo esquematiza.

Synaptic Beat es un álbum sugestivo basado en un concepto que en sí –y esta es la crítica más dura que escribiré- a veces llega a ser más interesante que las propias piezas per se porque el discurso musical a ratos puede pecar de monótono. Quizá hasta se podría haber suprimido algún tema y haber ganado atención, pero quizá entonces el concepto no hubiese quedado tan completo. En fin, tonterías de uno.

Hay que quedarse con esto: Akron es una propuesta única, diferente, exquisita, nutritiva, constructiva y a la vez placentera, con muestras de genialidad y originalidad.


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