Los niños de Morelia: una de tantas historias del exilio español

El realizador michoacano Juan Pablo Villaseñor construye un relato histórico complejo y fascinante con los testimonios de los niños españoles que huyeron de la Guerra Civil, acogidos por el gobierno de Lázaro Cárdenas.

Los-niños-de-Morelia-Juan-pablo-villaseñorUno de los gérmenes más nocivos que a día de hoy sigue azotando a Europa es el fascismo. Al parecer poco a poco, y de manera alarmante, está recobrando su fuerza debido, principalmente, a la inestabilidad social y económica, y a la progresiva decadencia de los valores humanitarios que estamos experimentando en estos momentos en todo el mundo. El miedo, la intolerancia, la violencia, el odio, la ilusión de superioridad y la ignorancia son los factores primordiales que más se desarrollan en una sociedad que abraza los preceptos de esta repugnante ideología. Cuando hablamos de fascismo a todos nos viene inmediatamente a la cabeza la Alemania Nazi y la Segunda Guerra Mundial (máximo culmen hasta ahora de esta militarizada manifestación retrógrada) pero antes de que Hitler hiciera de las suyas invadiendo casi toda Europa, en España se desató una Guerra Civil que enfrentó a dos bandos: el republicano (cercano en su postura al comunismo) y al nacional (es decir, fascista). A estos últimos también se les llamó bando sublevado porque fueron ellos los que se levantaron en armas contra el gobierno establecido, es decir la Segunda República Española, ocasionando todo este estropicio porque no soportaban que la igualdad entre hombres y mujeres y pobres y ricos estuviese llegando, por fin, al país.

Esta guerra duró tres años (de 1936 a 1939) pero sus consecuencias siguen permeando en el tejido social de la España de hoy. La lamentable y triste historia ya se sabe, los fascistas ganaron de la mano de Francisco Franco, quien gobernó hasta 1975, año en que falleció de muerte natural. En España nunca se hizo justicia, Franco no se suicidó acorralado como Hitler ni acribillado como Mussolini; tuvo una vida pletórica y el pueblo al que pisoteó jamás pudo vengarse. Luego vendría el rey Juan Carlos I, la monarquía parlamentaria, la Transición y el bipartidismo actual, pero para lo que quiero exhibir en este texto eso ya es harina de otro costal.

Miles de españoles de izquierdas murieron durante la Guerra Civil y también luego ya en el régimen franquista. La mayoría de los que se salvaron huyeron a otros países. Fue uno de los éxodos más grandes de su historia, una de las fugas de cerebros más costosas porque, evidentemente, muchos de estos españoles condenados al exilio provenían de una clase social intelectualizada y sensibilizada. Buscaron refugio en países como Francia, Reino Unido, Unión Soviética, Estados Unidos, Sudamérica y por supuesto México. Para el historiador Juan Marichal, uno de tantos expatriados, “el exilio español fue una suerte para México” y en términos generales concuerdo con él.

Pero, como cabe suponer, para muchos de estos españoles no todo fue miel sobre hojuelas. Así lo testimonia el documental Los niños de Morelia del michoacano Juan Pablo Villaseñor. Este film del 2004 se acerca al grupo de niños que sobrevivió entre aquellos que, enviados por sus padres de manera voluntaria y animados por el gobierno progresista de Lázaro Cárdenas, se vieron de un día para otro en un país extranjero y extraño, sin una presencia adulta constante que les diera protección, afecto y guía. Los implicados en esta historia narran de una manera desnuda, sincera y muy humana el proceso desde su llegada, todo su desarrollo posterior en México y más concretamente en Morelia, y finalmente su adopción individual de una idiosincrasia fidedignamente mexicana.

Entre todos construyen un relato histórico complejo, fascinante, sorprendente, crudo y por momentos contradictorio, en donde caben tristezas y alegrías por igual. Muchos de esos niños venían a México con traumas y deficiencias emocionales y sociales, agravados por la horrorosa experiencia por la que habían pasado durante la guerra o bien porque provenían de familias disfuncionales. Algunos mexicanos no recibieron con agrado a estos niños, lo que debería de ser toda una reflexión tanto para mexicanos (que solemos hacernos las víctimas con respecto a nuestro trato en Estados Unidos) como para españoles (quienes en los últimos años han recibido muchos inmigrantes, olvidando que ellos también lo han sido).

Vueltas de la vida: muchos protectores de estos niños fueron los antiguos residentes españoles en México, los gachupines, quienes simpatizaban con Franco. A propósito, es un error señalar a todos los españoles como “gachupines” como hoy en día ocurre. Esta denominación sólo aplica para el español que vive en el continente americano y ningún otro, como así bien lo especifica la RAE.

Este es un trabajo que recopila con acierto un puñado de vidas fracturadas que sirve como un estupendo documento no sólo para entender parte de lo que pasó con aquellos que huyeron de la guerra de España, sino también para aprender de estos supervivientes en todo el sentido de la palabra. Se suma el atractivo (sobre todo para un oriundo de Morelia o para quien haya vivido ahí) de poder contemplar cómo era la capital michoacana antes, a lo largo de las imágenes de archivo que muestra esta película.

Los niños de Morelia, que se puede visionar completamente en Youtube, es un episodio más de la compleja relación entre mexicanos y españoles, hermanos y amigos a pesar de todo. Me quedo con eso.


Artículo publicado originalmente en Satélite Media.

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