Miquel Serra, íntimo mallorquín

Folk anglo-mediterráneo con brotes de psicodelia, reminiscencias del rock de los 90 y un recurrente afán barroco.

Se ha dicho mucho en la prensa musical que Miquel Serra es uno de los secretos mejor guardados de España actualmente, pero poco a poco, por fortuna, está dejando de serlo. Es natural de Manacor (un municipio de Mallorca, una de las Islas Baleares), ha vivido en Francia unos años y ha realizado algún viaje largo por Sudamérica. Desde niño ha tocado en grupos acompañando a su hermano mayor, el también pintor Joan Serra (fallecido tristemente en el 2002, con apenas 29 años). De hecho, Miquel se acercó a la música por un impulso imitativo que lo asemejaba a su hermano. Quizá haya sido a causa de la pérdida sufrida, o quizá fueron las circunstancias de su propio recorrido, lo cierto es que Miquel tardó en animarse a registrar el buen puñado de canciones propias que ya tenía; composiciones que, por otro lado, sin duda fueron cultivándose lentamente en su alma y mente, eso se nota. Quizá tenga que ver también el hecho de que su otra ocupación es la de agricultor, una actividad que requiere paciencia, cuidado y capacidad de observación, por lo que cabría pensar que su música es igualmente un reflejo de este espíritu.

Sin ambiciones comerciales pero con una gran sensibilidad evidente, incluso en ocasiones desbordante, Miquel grabó dos álbumes en espacio de dos años de manera un tanto casera, autoeditando las copias y regalándoselas a amigos y conocidos interesados por su música. Primero brotó Opilions (2009), que muchos consideran una pequeña obra maestra, 43 minutos repartidos entre doce canciones, de las cuales personalmente destaco «Petit omnívor», «Gent» y «Setembre», aunque por supuesto el conjunto de todo el trabajo es bastante bueno (yo descartaría solamente «Years from home» porque en un disco interpretado totalmente en mallorquín no concuerda de pronto un tema en inglés).

Son canciones hipnóticas tipo folk (del anglosajón y del mediterráneo), con brotes de psicodelia, reminiscencias del rock de los 90 y un recurrente afán barroco aprendido de Animal Collective y derivados. Los recursos a mano son pocos pero están bien aprovechados. Prácticamente la mitad de las canciones se reducen a guitarra, voz y algún adorno sutil. Suficiente para que Miquel le impregnara a esa primeriza grabación una conmovedora intimidad que remite melancolía, ternura y esperanza. Por momentos da la sensación de que le estamos escuchando tocar y cantar al otro lado de la habitación.

Justo después vendría Música útil (2010), un compendio más breve (poco más de la mitad que el anterior) que vino a ser como una prolongación de Opilions (siguen predominando las melodías desnudas y quebradizas y las letras crípticas), pero en donde ya se nota una evolución en temas como «Rumba» o «Apunt Corrent» (menos contenidas que el grueso habitual y con una sonoridad más roquera) pero sobre todo en «Kafiristán / Hoboken», su máxima cúspide creativa (y representativa) hasta el momento.

Estas preciosas e intimistas composiciones hincharon de gusto a aquellos que las escucharon, quienes seguramente se llevaron las manos a la cabeza, preguntándose: “¿Cómo es posible que ningún sello haya editado estas canciones todavía?”. La consternación duró poco porque, durante el año 2012, una disquera de Cataluña llamada Foehn lanzó en un solo álbum un acertado resumen que contenía lo mejor de estos dos trabajos, al que sencillamente titularon (2009-2010). Un más que plausible ajuste de cuentas que cerraba un ciclo en la carrera de Miquel Serra.

Desde entonces y hasta ahora se ha presentado en directo en varias ocasiones, cada vez de manera más recurrente, y ha comisariado una exposición de la obra plástica de su hermano. Ya muy pronto, en junio de este mismo 2013, saldrá Roses místiques, un nuevo álbum en donde, según se cuenta, Serra explorará aún más su vena barroca, amparado por el entusiasmo que han generado estos trabajos previos y por la expansión de recursos y medios que ha podido conseguir al emprender esta reciente aventura. Por mi parte, deseo escuchar qué nuevas nos trae Miquel y qué tanto ha evolucionado en estos años tan determinantes de su trayectoria, que hasta ahora es corta, sí, pero con el suficiente potencial como para tirar hacia adelante mucho tiempo. Habrá que dar testimonio de ello.


Artículo publicado originalmente en Satélite Media.

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