Esta novela de Claudio Mazza está compuesta de memoria, nostalgia, dolor y reinterpretación de las pequeñas historias personales, esas intrahistorias que suelen pasar desapercibidas pero que encierran el germen de la memoria colectiva en la que todos participamos con nuestras puntualizaciones necesarias. Entendernos, conocer de dónde venimos para reunir todas nuestras potencialidades y recorrer el camino que nos queda por delante, mucho de esto hay en Suburbana (Dos Bigotes, 2015).
Escrita a golpe de capítulos breves pero repletos de matices, vemos cómo la temática va alternando de unos a otros, pasando de los que se ocupan casi en exclusiva del recorrido sentimental de los personajes principales a otros que se dedican más a las vidas de los secundarios. El autor despliega en las páginas un amplio muestrario de recursos narrativos, lo que aporta a la novela riqueza y variedad de registros, ambientaciones y tonos.
La lectura se convierte en adictiva por el interés que despierta el lento pero efectivo despiece de las vicisitudes de los personajes. Todo sucede a ritmo pausado pero siempre hacia delante, añadiendo datos y situaciones significativas; una pieza encaja y nos deja ver un trozo del corazón de Renzo, otra cae un poco más allá, como por casualidad, para hacernos entender las motivaciones de Alma. Estos son los dos personajes principales, sus narraciones que convergen y se alejan a lo largo del libro son el motor y la columna vertebral de este. Un acontecimiento trágico los hace encontrarse e iniciar una carrera de confesiones que les desvela su pasado común.
Como esbocé más arriba, la técnica de Claudio Mazza es cuidada y detallista, demuestra un uso compensado del lenguaje que con fertilidad y sencillez bien elegida facilita el acercamiento no sólo a la trama sino también a la personalidad y psicología de los actores que transitan la novela; también a un país herido, Argentina, que aparece abierto en canal y queda como un decorado desgalichado pero de capital importancia para entender la obra, escenario que va entretejiéndose con las inquietudes y certezas de los protagonistas, que les hace recordar su pasado y valorar con reticencias, pero siempre con esperanza, su porvenir.
La disposición de la trama es equilibrada y no lineal, no adolece de altibajos a pesar del riesgo que siempre entrañan los saltos temporales. Dicha estructura parece que va a apoyarse sólo en la carga nostálgica, pero pronto va creciendo y ampliándose, enriqueciéndose temáticamente, hasta el punto de ofrecernos una perspectiva que salta entre distintos niveles temporales y voces narrativas con soltura. Es cierto que el tono reflexivo-nostálgico prevalece durante toda la obra pero se ve compensado con la rudeza de algunos acontecimientos, a su vez tamizados por una peculiar suavidad, como si Mazza nos administrara calmantes entreverados en sus párrafos, que nos hace tomar distancia y valorar sin vehemencia lo que acontece ante nuestros ojos.
La cantidad de temas tratados en esta narración es apabullante, pero como quedan bien “ocultos” en el tono amable y melancólico de la obra no nos sentimos abrumados. Encontramos vivencias personales que se van clarificando en el seno del continente que es la historia trágica de un país, reflexiones sobre formas de estar en el mundo, crítica de actitudes personales, del egoísmo intrínseco y aceptado socialmente contra el que es conveniente vacunarse con cercanía y ganas de comprender al otro. Se nos muestra la decadencia del cuerpo y de la moral reflejada en los intentos por sobrevivir sin perder la humanidad de unos personajes asolados en un mundo que deja pocas opciones a la libertad.
Claudio Mazza, memoria, nostalgia, dolor y reinterpretación de las pequeñas historias personales.
“La obscenidad de la perversión económica trastoca valores, corrompe morales, pudre la convivencia. El sistema que no es capaz de dar soluciones se enorgullece de planificar la miseria para que no ensucie ni entorpezca la vida de los pocos elegidos y de los que aún no han caído derrotados”.
Habita en esta obra una visión crítica pero con intención constructiva, que quiere superar las dificultades acumuladas desde un pasado violento hasta un presente incierto. Los personajes se quejan de las grandes fuerzas que mueven el mundo sin tener en cuenta a sus habitantes, pero no se aferran al lamento y pasan a la acción para reclamar una forma mejor y más personal de existencia. En este sentido podríamos decir que asistimos a una historia de redención.
Destaca también el tratamiento que se da a la tendencia sexual de Renzo, sin aspavientos, normalizando lo que nunca tuvo que ser un problema y que, todos sabemos, no deja de ser una etiqueta que a veces es dura de llevar. De esta virtud emana también uno de los pocos puntos negros de esta obra ya que en algún momento asistimos a pasajes “sensibleros” que, aunque no estropean la consecución de un enfoque que permita la comprensión de todos los planos narrativos presentes, podrían haberse tratado desde una perspectiva distinta al romanticismo simplista.
Me parecieron especialmente meritorios los episodios en los que se nos cuenta la relación de Alma con un escenario crucial: finca Morena. La descripción del paisaje que sirve a la protagonista de refugio y antídoto para los rencores, su aislamiento salvaje y su carácter de paraíso clandestino hace que el lector quiera visitarla, habitarla, retirarse allí para recomponerse y tomar fuerzas mientras escucha el arrullo del agua golpeando el precario embarcadero. Cuando el narrador nos lleva de la mano a ese entorno idílico y primario sentimos nuestros pulmones ensanchándose y nuestra mente despejándose, toda una experiencia sensitiva.
Suburbana deja un poso de reflexión, un anhelo de belleza y una esperanza en la capacidad que todos tenemos de ser mejores y mejorar de paso, además de soportar su peso, nuestro entorno. Se disfruta porque es una historia bien contada, con habilidad humilde, sin alardes, que no se nota pero que sostiene el conjunto. Muy recomendable, no duden en hacerse con ella, especialmente si gustan de historias donde se ponga en valor y en evidencia al ser humano.
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