Federico Veiroj: la atracción y el desafío, motores de su cine

A poco de que se estrene su tercer largometraje, “El apóstata”, charlamos con el cineasta uruguayo-español, autor de “La vida útil”, sobre sus gustos, los motores que hacen poner en marcha sus películas, el panorama cinematográfico y más.

El tercer largometraje de Federico Veiroj (Montevideo, 1976), El apóstata está a punto de estrenarse en la cartelera comercial española (2 de octubre). Su primer trabajo, Acné (2008) es un film tragicómico sobre el despertar de los deseos sexuales en la pubertad. Luego vendría La vida útil (2010), un entrañable canto de amor al cine y a aquellos que le dedican su vida. A esa película le debemos el nombre y por tanto Veiroj es el autor de honor de esta web cultural.

Dada la proximidad con que está al caer su último trabajo, no quisimos perder la ocasión de acercarnos al cineasta uruguayo-español y charlar con él.

 

¿Cuáles han sido y son tus influencias cinematográficas?, ¿cuáles títulos son los que te han marcado, qué directores?

Imposible enumerar todas las películas o directores que me han marcado. Menciono algunos varios, sin orden de preferencia: Kurosawa, Bresson, Eustache, Murnau, Kiarostami, Buñuel, Omirbayev, Corti, Antonioni, Rossellini, Ozu, Mizoguchi, Fassbinder, Monteiro, A. Kaurismaki, Jarmusch, Losey, Tarkovksky, Berlanga… [la lista sigue].

Tus dos primeros largometrajes y algunos de los cortos que has filmado o en los que has participado son trabajos autorreferenciales. ¿Eres de los autores que piensan que se debe de hablar sólo de lo que se conoce de primera mano?, ¿te interesaría realizar una película, digamos, totalmente imaginada que no tenga que ver necesariamente con tu experiencia personal?

Todas las cosas que he hecho son totalmente imaginadas y no documentan o retratan hechos de mi pasado o del pasado de algunas personas. Son siempre fantasías que podrían haber ocurrido o que pueden ocurrir. Me gustan todo tipo de desafíos. Aquellos que salen de algo que me pasó a mí, de algo que le puede haber pasado a otro, guiones propios, de otros; estoy abierto a todo, cada vez más. Todas las cosas que son plausibles de emocionar me interesan al menos como base. Quiero hacer muchas cosas diferentes, probar, desafiarme todo el rato, sin pensar en si algo ya lo he hecho o no o si conviene o no. En síntesis, estoy abierto a todo lo que se me vaya dando desde origen que sea.

Películas como Cara de Queso (2006) de Ariel Winograd o incluso Whisky (2004) de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, tienen en común con tu cine que reflejan un entorno judío en Uruguay y Argentina. ¿Se puede hablar de un movimiento contemporáneo de directores uruguayo-argentinos que están retratando una realidad social de la que antes no se había hablado mucho, al menos en lo que respecta al cine?, ¿tú y estos directores son de alguna manera portavoces “modernos” de la comunidad judía de estos países?

Yo la verdad es que no me siento portavoz de nada. Simplemente me remití a retratar en Acné una historia de un chico que está en búsqueda del amor; un chico al que por tradición, por interpretaciones sociales o por lo que sea, le tocó primero tener intimidad sexual con una chica pero sin llegar a besarla. Luego, el entorno judío que lo condiciona y todo lo que allí sucede es un marco narrativo. Han habido en toda la historia películas sobre todas las religiones, en muchos países, y de muchas formas; y no creo que las películas mencionadas se deban a un «movimiento» sino a la casualidad histórica que los directores que llevaron adelante esas películas se interesaron por otorgarle ese marco a las mismas.

¿Cuál es el proceso de realización de tus películas?, ¿cómo nacen, a partir de dónde? ¿Las ideas originales se transforman mucho de lo pensado a lo materializado en el resultado final?

A veces de un timbre de voz que me gusta mucho, a veces de una situación fantaseada por mí, o por alguien que conozco, algo que leo, una cara que me guste, una mirada o un cuerpo que se mueve y no puedo dejar de mirar. Es que como que me siento atrapado por cosas y una vez que me pasa eso me es difícil quitarme la fijación de verlo en una pantalla de cine. Necesito estar atraído, muy atraído y desafiado por esa idea, o situación o personaje; y eso se convierte en el motor. La inspiración no tiene ningún tipo de cálculo ni previsión. Hay etapas que quiero filmar o escribir muchas cosas y etapas que no tengo necesidad de filmar o escribir nada. Soy bastante ciclotímico en ese sentido, y cuando es una etapa que ando con ganas, le doy rienda suelta a lo que sea.

¿Cuál es tu labor al frente de la productora Cinekdoque? ¿Con qué criterios seleccionas los cortometrajes que se alojan en la web?

Gestiono la página y no sé mucho de tecnología, por eso no puedo actualizarla demasiado… La página tiene cortos que dirigí hace tiempo, y luego están cortos de amigos que me gustan mucho. Creo que son todos muy disfrutables, pero quiero destacar uno que me vuelve especialmente loco: La etiqueta de Lautaro Núñez de Arco, un talento argentino que ¡mama mía!

Lo que Deo manda, un documental corto que dirigiste junto a Damien Huyghe, es un trabajo bastante peculiar sobre un señor mayor en un pueblo de Guadalajara (España) que tiene ideas muy concretas y un tanto extravagantes para hacer cinco películas, que se lamenta por no encontrar apoyos y que incluso se compara así mismo con Van Gogh; ¿cómo encontrasteis a este personaje, cómo llegasteis hasta él?

¡Un personaje loquísimo! Ese señor fue encontrado por mi amigo Damien en la época que ambos vivíamos en Madrid y él trabajaba en una productora de cine. Un día entró Valentín a dejar los textos y ahí surgió el contacto. Cuando Damien me lo contó no pudimos evitar seguirle la pista y filmarlo.

¿Según tu opinión, cuál es el estado del cine uruguayo actualmente? Y, por otro lado, ya que también tienes la nacionalidad española, ¿qué valoración tienes del cine hecho en España a día de hoy?, ¿qué nombres te interesan tanto en Uruguay como en España?

El cine que se produce en Uruguay es bastante escaso, me gustaría que existieran más películas y sobre todo que se cuiden más a los que estamos produciendo y dirigiendo. Hay limitados apoyos, no hay salas de exhibición apropiadas para todo el cine que creo que debería existir en una capital que tiene ganas de estar bien situada culturalmente, y la gente joven no se está largando a hacer películas porque no están los apoyos necesarios o les gana la pereza. Veo negro el panorama en Uruguay, país sin tradición cinematográfica pero sí con mucha tradición de consumo de cine. En España, por más que se hable de crisis, creo que hay una apertura bastante interesante. Desde mi punto de vista la crisis era entre los 90 y 2000 y algo, cuando se producían 150 o más películas apoyadas por el ICAA y televisiones que apenas se estrenaban. Películas que se hacían porque había los medios. Ahora el apoyo es limitado por parte de ICAA y las televisiones, el modelo está cambiando y justamente por ello es que muchos productores que se dedicaron a producir películas sin tener interés en que sus directores se desarrollasen o que algunas de las películas se estrenen, no lo podrán hacer más de ese modo. Ahora creo que esa crisis que hizo mucho daño se está acabando. Ahora hay un nuevo orden que ojalá convierta al cine español en un abanico de opciones y directores y propuestas para todos los gustos, como debe ser. Creo que hay que intentar tener presente que nada de lo que hoy sucede con el cine español sería si no hubiesen existido las calidades cinematográficas que se manejaban en algunas obras maestras de Buñuel, Saura, Neville, Erice, Jordá, Diamante, Bardem, Regueiro, Almodóvar, Zulueta, Miró, López Vázquez, por citar unos poquitos… Por lo tanto, deduzco que es fundamental apuntar hacia las películas que tienen una intención.

¿Cómo se te ocurrió un nombre tan original y con tanta capacidad de diversas lecturas como el de La vida útil?

Increíblemente siempre me gusta escribir con un título en mente. Y en el caso de La vida útil no me venía a la cabeza, pero sentía que lo tenía en la punta de la lengua. No soy cantante ni fuera ni dentro de la ducha, y ahí me apareció el título, uno con esas diversas lecturas que pretendía. Así como se me ocurrió no lo pude despegar de la película. Conclusión: hay que ducharse siempre cuando uno está con indecisión de títulos.

El protagonista de La vida útil es Jorge Jellinek, quien no es un actor profesional sino un crítico. Personalmente creo que Jellinek es un gran acierto, de hecho es él el elemento que hace de esta película un film inolvidable, pero ¿dudaste en algún momento de que no lo fuese a bordar, de que el resultado no funcionase, o lo tuviste claro desde un principio?

La idea de La vida útil surge de un viejo guión con un personaje que nada tenía que ver con Jellinek. Ese guión estaba en un cajón en el momento que conocí a Jellinek en una entrevista que me hizo, y automáticamente como que revivió con una nueva y definitiva forma. Como explicaba antes no me podía sacar de la cabeza el rostro de Jorge, tenía una necesidad de verlo en grande, justamente para profundizar en él. Misterio, mucho, ganas de saber más, de filmarlo, de mirarlo, ganas del formato académico. Como le dije a Jellinek en el primer café que tomamos: “si me decís que no, yo no hago la película porque no la veo. La veo si es contigo”. Y tuve suerte que me dijo que sí, y se atrevió al desafío. Yo no pienso demasiado en actor o no actor sino en quién puede y tiene que ser el que encarne la historia que quiero contar.

Si tuvieses que acotar en una frase breve o en una palabra qué es o qué significa tu película La vida útil, ¿cómo la definirías?

Ups, difícil… Pero aventuro a decir que “es una película romántica sobre la fantasía, sobre el deseo y el irresistible instinto de supervivencia”.

Finalmente, Federico, ¿qué nos vas a contar en El Apóstata, tu último trabajo?

Es una película luminosa, profunda, esperanzadora, tierna, graciosa y con una narración y un protagonista, Álvaro Ogalla, que estoy seguro no dejará indiferente al público español.


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