CHINA MIÉVILLE. Un Lun Dun

Miéville vuelve a demostrar que es un gran hacedor de mundos, un virtuoso en lo que a la ambientación de sus historias se refiere. Encontraremos en este libro escenarios confusos, coloridos y plenos de imaginación. ¡Que la basura no te atrape!

ulundun miévilleDos chicas, Zanna y Deeba, se enfrentan a una sucesión de hechos que no entienden, a una misión inesperada y que parece inasumible. Oculta tras su realidad cómoda y sin sobresaltos aguarda otra llena de horribles maravillas; afrontarlas requerirá de todo su valor para superar dudas y limitaciones. Una noche y tras adentrarse en un extraño sótano al que llegan siguiendo a una insólita criatura que les venía acosando, giran una rueda en una tubería y de repente Londres se apaga y aparecen en un lugar que se le asemeja mucho pero que, ya desde los primeros pasos, se revela como hostil e inquietante. Aquí se inicia una sucesión de aventuras que transcurren en un trasunto del País de las Maravillas pasado por el tamiz de la actualidad.

Compartimos con las protagonistas sus primeros pasos por Alondres, la cual posee reminiscencias de muchas obras de fantasía clásicas (la mencionada Alicia, La Historia Interminable o Narnia; una mezcla que esquiva el peligro del pastiche para ofrecernos una realidad alternativa que posee esa extraña cualidad de las buenas obras fantásticas que nos hacen querer doblar la siguiente esquina para conocer qué bestia amable o qué villano estrafalario nos aguarda), pero también ofrece una apariencia fresca y contemporánea capaz de hacer que el lector se identifique y se encuentre a sus anchas en esa ciudad detrás de la ciudad. China Miéville vuelve a demostrar que es un gran hacedor de mundos, un virtuoso en lo que a la ambientación de sus historias se refiere. Encontraremos en este libro escenarios confusos, coloridos y plenos de imaginación; también la habilidad del autor para la descripción de situaciones y personajes: alguien capaz de convertir un paraguas en una amenaza sobrenatural merece ser atendido.

La obra se estructura en capítulos muy breves, lo que da a la narración una cualidad casi taquistoscópica. Se suceden con rapidez las ideas, los hechos y los paisajes; y conduce la acción un lenguaje sencillo, adaptado a un público juvenil. Pero detrás de esté léxico “pelado” hay muchos temas que podrían considerarse adultos, enseñanzas diluidas en un ritmo trepidante que el autor utiliza como disfraz. Esta cadencia alocada puede convertirse en un impedimento para lectores más exigentes ya que hace que la historia se banalice y por momentos roce el cuento insustancial, la acción por la acción. Sin embargo no debe perderse de vista el público al que va dirigida la obra y todo lo que aporta más allá de un estilo de narración que, por otra parte, parece elegido adrede por el escritor.

Destila Un Lun Dun (Oz Editorial, 2015) crítica social y política y está perlada de referencias a la militancia ecologista (Miéville, que llegó a ser miembro de la Cámara de los Comunes, suele usar su experiencia política en sus narraciones). Encontramos adictos a la contaminación, acólitos del humo y la destrucción, fanáticos de un estilo de vida que provoca el deterioro del medio ambiente y que llena las ciudades de suciedad: hedoinómanos los llama el autor. El lado oscuro, el malo de este cuento frenético, el Smog, tiene de su parte una variada caterva de acólitos dispuestos a hacer lo que sea para asegurar su triunfo sobre la infantil inocencia y la humanidad. Además, la novela se apunta un tanto al elegir como personajes principales a dos chicas capaces de romper los roles de género; creo que es un mensaje muy positivo y que hace a la obra más atractiva y recomendable para todo tipo de lectores que aún están desarrollando sus preferencias. Sin embargo, uno de esos personajes no está bien desarrollado y queda como mera excusa para la acción: Zanna; Miéville palía en parte este problema introduciendo una moraleja sobre futuros no escritos y la posibilidad de ser, aunque no estuviera previsto, la heroína de la historia. También convierte a Zanna en el elemento impulsor que hace que Deeba afronte todas las dificultades que le salen al paso para poder ayudar a su amiga, amenazada por el Smog. En definitiva, la etiqueta que le pegaría a esta novela es la de Narrativa Juvenil, pero una que ofrece bastante más que el típico relato adolescente estúpido dedicado a afianzar tópicos y a conformar sesos.

La trama es una deformación de lo que podría ser cualquier maquinación política en la actualidad. Como siempre, las ambiciones del poderoso valen más que las vidas de toda una multitud que permanece ajena a las intenciones egoístas de las mentes que manejan sus destinos. Una conspiración en la sombra de abyectos potentados de uno y otro lado de la realidad con un enfoque adaptado al público destinatario que presenta un maniqueísmo atenuado donde cualquiera puede ser víctima y verdugo, pero en el que el bien y el mal se dibujan con un trazo algo más firme, sin llegar a ser grueso. Una apuesta arriesgada para un libro juvenil y que Miéville sabe llevar a buen término.

China Miéville, contra los hedoinómanos.

Respecto al tono general de la obra podríamos decir que se da una buena mezcla: humor, acción, absurdo, ternura, reflexión, incluso, por momentos, tintes detectivescos y evocación de universos cercanos al steampunk; todo parece tener cabida en Alondres. Supera el simplismo que el prejuicio atribuye a las novelas para jóvenes. Prevalece sin embargo un toque ominoso, un tono sórdido que podría no parecer adecuado para lectores bisoños pero que hace a la obra más interesante y estimulante al tratarlos como sujetos activos que construyen, y no sólo engullen, la lectura que tienen delante. Como ya dijimos, Miéville crea un entorno para sus personajes muy rico, lleno de detalles provocadores, en el que tiene lugar un viaje transformador, una especie de salto hacia la madurez crítica, en la que el cinismo es sustituido por el civismo. La vieja fórmula de mezclar realidad y mundos inventados vuelve a funcionar y da como resultado una fábula sobre la ambición, los efectos de la incultura y la ausencia de afrontamiento crítico de la realidad.

Una lectura muy recomendable, carente de concesiones ñoñas para proteger sensibilidades de infancias que se acaban. Respeta a los lectores y manifiesta la intención de hacerlos tomar partido. Una obra donde los niños tienen una voz poderosa, una lógica aún inocente pero furiosa y transformadora, capaz de hacer que lo inevitable cambie de color y de rumbo. Los niños deciden y hacen, son protagonistas. No son tratados como receptores pasivos de una imaginación almibarada pero estéril que no hace más que repetir patrones trillados. Al contrario, abunda la exposición y la creación más que la justificación sumisa, no se ocultan las adversidades a las que el futuro adulto tendrá que enfrentarse. Un mundo fantástico que dista mucho de ser maravilloso.

El mensaje motivador que subyace es uno de los puntos fuertes de Un Lun Dun: nada está escrito, no dejes de pelear, pero hazlo con inteligencia y conocimiento del terreno que pisas, parece querer decirnos el libro. Sólo por esto me parece una obra válida y se justifica su lectura. Tenemos ante nosotros una historia que hacer circular entre nuestros hijos una oportunidad de leerla junto a ellos y explorar sus reacciones. Ficción, educación, entretenimiento y pensamiento que los tiene en cuenta y los reta.

Por último el aspecto técnico está muy cuidado. Destaca la traducción de Gema Facal Lozano y Joan Eloi Roca que respeta muy bien el ritmo eléctrico de la obra y favorece su disfrute.

¡Que la basura no te atrape! Vivas en la ciudad que vivas.


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