Con M de María Moliner

21/04/2016, Teatro de la Zarzuela, Madrid.

Ahora que los biopics ocupan gran parte de la cartelera de cine, en el Teatro de la Zarzuela nos ofrecieron el estreno de una “biópera”, o no sé si decir mejor una “biozarzuela”, sobre la figura de la lexicógrafa, filóloga y bibliotecaria María Moliner, ejemplo de dignidad, dedicación, tesón y entrega a la cultura y las letras, autora del Diccionario de Uso del Español, documento que no sólo compite con el mismo DRAE sino que lo cuestionaba y denunciaba sus círculos viciosos, una mujer tenaz e ilustrada que tuvo que sufrir el oscurantismo e intolerancia del franquismo, desplazada asimismo por la Real Academia de la Lengua que en 1972 no optó por su candidatura para ocupar un sillón en la institución.

Creo que el principal mérito de una obra como esta, con partitura de Antoni Parera Fons y libreto de Lucía Vilanova, recae precisamente en acercar a la sociedad española actual una figura tan importante para la cultura de este país, un personaje inspirador y asociada al feminismo, que en sí por sus alcances artísticos.

Es difícil valorarla habiéndola escuchado sólo una vez. Para ser justos con ella habría que experimentarla más veces, estudiarla, familiarizarse con sus planteamientos estéticos. Aún así creo que incluso la obra acierta más en cuanto a su puesta escénica (a cargo de Paco Azorín) y dramatúrgica (el libreto es sólido y atractivo) que en lo musical, y eso, al ser una “ópera documental” como así la han etiquetado sus autores, no deja de ser un inconveniente, si bien se podrían destacar pasajes de considerable calado e inspiración.

Y es que así como María Moliner de pronto me emocionaba, así también me hacía perder el interés. Entre lo que considero sus fallos podría señalar su recurrente reiteración, su tendencia en ocasiones a subrayar y ser demasiado obvia en vez de sugerir (mal que afecta a prácticamente todos los biopics, que suelen ser más bien planos y superficiales), el material orquestal que muchas veces no terminaba de resultar absoluto, siendo la soprano María José Montiel en el rol titular quien terminaba por llenar esos espacios vacíos.

María Moliner es una obra lírica contemporánea que no recurre demasiado a las disonancias ni pretende ser demasiado trasgresora, lo cual está bien porque permite al espectador introducirse en el drama sin romperse la cabeza. Está pensada y escrita para un público de hoy, sí, pero no dejo de pensar que una obra escrita hace casi cincuenta años como Juan José (1968) de Pablo Sorozábal, programada y estrenada hace un par de meses en este mismo teatro, resulte ser una obra con más agudeza, gancho, visión, vastedad, capacidad evocativa y dramática, sugerente y cercana, que esta María Moliner.

Algunos otros elementos destacables fueron el personaje en trío (un tenor, dos barítonos) que en el libreto se le denomina con el nombre de Almanaque, y que aparece(n) al principio de las escenas para cantar informando el día y el año en que se encuentra la trama. También me gustó la obligada importancia que se le da a las palabras, y algunas de ellas como “destino”, “exilio”, “silencio”, adquieren especial protagonismo. Asimismo, resulta interesante el personaje que corresponde al marido de María Moliner, Fernando Ramón y Ferrando, interpretado por José Julián Frontal, quien pasa del cariño a la frustración, de la preocupación al rechazo.

Entre lo documental, lo onírico y el “biopic”, María Moliner es una propuesta atractiva y probablemente hasta necesaria en sus intenciones pero regular en sus resultados.

Fotos: Fernando Marcos.

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