Creerse por encima del Arte y la Historia

La tauromaquia es por derecho el Séptimo Arte y es necesario que mantenga el espacio que merece....Read More

Como muchos otros, he visto a varios toreros expresarse delante de las cámaras y ser cuestionados por su profesión, y me cuesta recordar en ellos actitudes tan prepotentes e intransigentes (ni siquiera a los que son más afines a VOX) como la de Ana González Rodríguez, alcaldesa de Gijón, en sus declaraciones emitidas en La Sexta en el programa Más Vale Tarde este pasado 19 de agosto (así como en posteriores) tras prácticamente prohibir las corridas de toros en esa localidad asturiana después de que el 15 de este mismo mes se celebrase un festejo en el que se lidiaron dos toros con nombre “Nigeriano” y uno “Feminista”. Digo prácticamente porque aunque la alcaldesa asegura que no prohíbe nada, ciertamente pone muy difícil que se celebren festejos taurinos al no prorrogar ni sacar a concurso la licitación de la Plaza de El Bibio y desviarla a otro tipo de espectáculos. ¿Qué alternativa queda?, ¿que salga un millonario taurino al rescate y construya un coso en Gijón para no tener que depender de la gestión pública? ¿que se instale una plaza desmontable teniendo al lado una preciosa plaza de 1888?

Dice la alcaldesa que esta decisión ya estaba tomada antes incluso de que saltara la polémica. Se entiende entonces que todo esto no ha sido más que una escenita para que la señora González se diera el gusto.

La de sandeces y lugares comunes que expresa esta mujer en menos de cinco minutos en su participación en el programa mencionado la retratan además como una cacique autoritaria que peca de algo, ups, muy criticado al machismo: anteponer sus grandes ovarios a cualquier otro cuestionamiento posible, desoyendo cualquier otra voz que no sea la de ella misma y la de su inmediata claque. Cero autocrítica. Un ramalazo de testosterona sí que tienen sus declaraciones.

Ciertamente los ciudadanos estamos indefensos ante la gran mayoría de los politicuchos de turno (de cualquier color) que anteponen sus criterios personales al total de la población, gobernando así sólo para su propio electorado y para realizar sus propias fantasías. Muy a menudo pareciera que la realidad española está siendo guionizada por Azcona y dirigida por Berlanga.

«Agarrarse a una tradición para decir que algo es inamovible no tiene mucho sentido”, declara la alcaldesa al ser cuestionada por los nombres que “han colmado el vaso” para tomar esta decisión. Como ya se ha demostrado en numerosos artículos publicados a raíz de esto, los nombres que se le dan a los toros no sólo respetan una tradición (la de que la heredan de sus vacas madres) sino que se trata de la normativa vigente. Si queda a criterio personal de los gobernantes respetar o no según qué normativas, ¿no resulta de lo más arbitrario?, ¿es esto serio?

También se agarra de la idea de que cada vez a menos personas le gustan las corridas de toros. ¿No resulta un recurso vago (aunque sea cierto)? ¿Qué pasa, que todo lo que no le guste a un porcentaje de la población es susceptible de que se prohíba bajo esa excusa?, ¿dónde están las líneas del sí y del no? Toda perspectiva es relativa y no total. Por otro lado, creo que es normal que haya un descenso de aficionados taurinos puesto que llevamos años viendo cómo se demoniza y estigmatiza el toreo.

Dice la alcaldesa que hace 40 años no se contemplaba el maltrato animal y hoy sí. Esto es totalmente falso. Las cuestiones del maltrato animal llevan un largo recorrido: los libros cuentan que ya a Pitágoras se le consideraba un defensor y libertador de los animales. Para ser filóloga, algunas de sus respuestas no suenan más que a cuñadismo.

Cuando le preguntan si es consciente del daño que le hace al mundo del toreo con su decisión, responde con otro de los falsos mitos de los animalistas: “salvamos a toros”. Prohibir la tauromaquia no es salvar a los toros. Sin tauromaquia el toro bravo simplemente no existiría. El único propósito para que se críe y conserve (y perfeccione) el toro bravo es para ser lidiado en las plazas. Es así de sencillo. Y sin toro bravo desaparecerían muchas ganaderías, y desapareciendo ellas también desaparecería una parte importante de la historia de este país (aprovecho para hacer una rápida y necesaria recomendación: la docuserie Paisaje Herrado, disponible en Prime Video, para aprender, cultivarse y cuestionar los prejuicios).

Pero todo esto a Ana González le trae sin el más mínimo cuidado. Se cree por encima del Arte y de la Historia. Desprecia el pasado, desprecia todo tipo de tradición (¿o quizá sólo la que a ella le conviene despreciar?)

“Las sociedades evolucionan, ya no tiramos cabras desde los campanarios”. Otra afirmación recurrentemente utilizada por lo antitaurinos. Con ello, la alcaldesa demuestra no saber diferenciar entre expresiones culturales populares y Arte. Como siempre, se mezclan churros con merinas, tocino con velocidad.

Esto no es baladí puesto que de todos los formatos en que se puede celebrar un evento o festejo taurino – toros embolados y ensogados, encierros, recortadores, lanceros, etc.-, sólo la tauromaquia como tal (el rejoneo y la lidia) son considerados Arte.

Hay que decirlo claramente: La tauromaquia es por derecho el Séptimo Arte, el cine tendrá que conformarse con un octavo lugar nada desdeñable.

Y eso de que las sociedades evolucionen yo no lo tengo tan claro… Según para qué cosas sí, según para qué cosas no. ¿Qué se considera evolución y progreso? Yo lo que veo a día de hoy es una sociedad global desbordada de corrección política, desquiciamiento, aniñamiento. Una sociedad también superficial, sin carácter, enclenque, ignorante, mansamente enfurecida, desnaturalizada, aséptica, infantiloide, despreocupada, desubicada, teledirigida y apática. Una sociedad, como siempre, hipócrita. Desde luego, si esto es “evolución” no contéis conmigo.

Dice la alcaldesa que los motivos económicos no lo justifican todo y esto es muy correcto… pero ¿y el daño que se le hace al Arte? No lo contempla, ni siquiera se le pasa por la cabeza.

Tras el comentario descontextualizado en el que Victorino Martín, en nombre de la Fundación Toro de Lidia, yuxtapone en una carta abierta la cuestión talibana con la postura de la dirigente asturiana, Ana González remata la intervención señalando que “hay gente que quiere imponernos el maltrato a los toros porque a ellos les gusta y les causa placer”. Señora, la tauromaquia no es una imposición (¿a alguien le han obligado ver una corrida de toros?), prohibirla sí. Ridículo tras ridículo.

Ole sus ovarios, por encima del Arte y la Historia.

Siendo filóloga hispánica me pregunto si alguna vez han pasado por sus manos libros de Gerardo Diego, Ortega y Gasset, Alberti, José Bergamín, Miguel Hernández, José María de Cossío o de nuestro recientemente recordado y muy querido Lorca (etc.)… ¿Esta señora llegaría a censurar a todos estos autores sólo porque fueron taurinos?, ¿sería capaz? ¿los considerará unos involucionados?

Y es que sus explicaciones en televisión, su lenguaje tanto verbal como no verbal deja claro que siente una inquina personal hacia todo lo que implique el concepto taurino como a, es verdad, tantos otros españoles y personas de todo el mundo. Tampoco es de ignorar y no es casualidad que Gijón es, históricamente, una de las ciudades más antitaurinas de España, como bien lo documenta Juan Ignacio Codina.

Poniéndola en más aprietos, ¿qué pudiera decir sobre los grandes nombres del partido donde ella misma milita: Indalecio Prieto, Enrique Múgica, Alfonso Guerra, Enrique Tierno Galván, etc., todos ellos aficionados taurinos? Uy, no le conviene acordarse, todos ellos forman parte de un PSOE involucionado.

Se puede ser feminista, socialista y taurina. Que se lo pregunten a Araceli Guillaume Alonso o a Almudena Grandes. Para González Rodríguez y para la gente que piensa como ella, estas mujeres no son ejemplo, entran en el saco de las sanguinarias. Sin más.

Por otra parte, las feministas deberían entender que no representan a todas las mujeres y que esto lo deben de respetar. Porque sí, a las plazas de toros asisten mujeres, algunas de ellas en grupos exclusivos de mujeres; otras, las menos, solas; la mayoría en grupos mixtos acompañadas de sus maridos, familia y/o amigos. Algunas se sentirán feministas con más o menos coherencia, otras no. ¿Son estas mujeres despreciables? Para la alcaldesa y para esa sociedad gijonesa de la que ella habla, sí, todas. Es reparar en un grupo de mujeres en una plaza de toros y para la alcaldesa es lo mismo que ver una cabra cayendo de un campanario.

Entre las muchas reacciones a raíz de estas acciones de la alcaldesa de Gijón, salió al quite El Juli (uno de los protagonistas de la corrida donde se lidiaron los Nigerianos y el Feminista) a explicarle con natural vergüenza de dónde vienen los nombres de los toros (en este caso remontándose a 1986) y a pedir que no se haga política ni ideología con la tauromaquia. Y no puedo estar más de acuerdo: ¡Fuera del Arte toda imposición ideológica! Pero de cualquier tinte, eh. Porque resulta del todo lamentable que quienes vamos a la plaza a ver Arte, nos tengamos que tragar tan recurrentemente gritos y consignas de derechas: vivas al PP, vivas a Vox… Señores y señoras de derechas taurinos, no se confundan, la plaza no es un mitin, es un espacio artístico. Con esta actitud sólo ocasionan que gente que no es de derechas se sienta incómoda en una plaza, y esto no ayuda nada a que perviva la fiesta. Y la cosa no está como para ponerle más trabas y condicionantes, ¿no creen?

La alcaldesa socialista de Gijón y muchos otros izquierdistas se equivocan pero tampoco las derechas se deben de apropiar de una expresión artística que es de todos los que sabemos apreciarla. Irremediablemente en España la tauromaquia está ultra politizada y polarizada, y eso sólo entorpece al Arte. Es una lástima.

Como siempre, los toreros salen muy mal parados en todas estas polémicas porque las redes se llenan de mofas e insultos hacia ellos. El cineasta Borja Cobeaga -de quien se puede decir que entre sus máximos “logros artísticos” figura el haber sido coguionista de dos de los bodrios taquilleros más estúpidos de los últimos años, Ocho apellidos vascos/catalanes-, utilizó un fotograma de las mencionadas declaraciones de El Juli, para compararlo con el actor de American Psycho.

Los toreros no son psicópatas, son artistas. Que haya artistas de cualquier índole que son psicópatas es otra historia. Y en cada torero, más que menos, hay un alma de ganadero. Y los ganaderos son ecologistas por excelencia. Y además: El Juli en concreto es un artista mucho más trascendental y emocionante que lo que podrá nunca ser Borja Cobeaga. Uno puede coger todo lo que ha hecho Cobeaga para el cine y salvando algún chiste que otro, en conjunto no vale ni un buen pase de muleta de El Juli, quien a sus 14 añitos ya toreaba como los más grandes. Cobeaga se podrá dar el gusto de satirizarlo como un psicópata en sus redes y que el gallinero que es Tiwtter le aplauda la ocurrencia, pero creo sinceramente que como artista no le llega ni al talón a este torero, las cosas como son. Un artista menor riéndose de un artista mayor, qué absurdo, típico sello de las redes.

He visto en las manifestaciones antitaurinas que éstos intentan humillar a los asistentes a las plazas ofreciéndoles libros, asumiendo que los taurinos son incultos y no leen. Me río. Soy taurino y sí, leo. Está mal que diga lo siguiente de mí, lo sé, pero hay veces que uno tiene que dejar claras las ideas: Aunque he de mantenerme en una actividad laboral tan convencional como agotadora a jornada completa que mata el ánimo y la buena disposición (sigo esperando una oportunidad para volver al sector cultural), me las arreglo para terminar un promedio de 50 libros cada año. Es un hábito que desde luego enorgullece. Y no, no es que lea betsellers de usar y tirar ni casi novedades (alguna particularmente interesante cae). Leo literatura, filosofía, ensayo y poesía seria, consagrada. Sé perfectamente diferenciar dónde hay arte y cultura y dónde no la hay. Se diferenciar entre un gran artista y un artista del montón. A día de hoy no he conocido ningún antitaurino que lea tanto como yo en mis mismas condiciones e incluso en condiciones más favorables para ellos. A ninguno que cultive la disciplina que yo tengo para darle tanto espacio e importancia a la formación cultural y crítica. A mí los antitaurinos no me van a tratar como un idiota ni como un bárbaro. Que no se sientan por encima de los taurinos ni por encima del Arte y de la Historia porque no tienen más derecho que otros. Ah sí, claro, se me olvidaba que los antitaurinos se consideran almas inmaculadas, libres de todo pecado.

A este paso, tristemente llegará el día en que para ver una corrida de toros haya que ir al sur de Francia, a Portugal o coger un vuelo a Latinoamérica. La continuidad de la tauromaquia peligra en España y en el resto del mundo y esto es una triste realidad. Pero aunque los antitaurinos lleguen a prohibir las corridas en todo el orbe, ¿sabéis qué?, que en el fondo no habrían ganado nada, porque, por un lado, conseguirían lo contrario a “salvar los toros” y, por otro, la tauromaquia siempre será Arte hasta el fin de la civilización, ha tenido un larguísimo recorrido desde la Grecia Antigua hasta hoy y siempre quedarán los archivos audiovisuales, los libros, las pinturas, las crónicas, la música. El Arte y la Historia siempre estarán por encima de todos nosotros, alcaldesa de Gijón incluida.


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