Era un sábado por la mañana de invierno en Madrid. Me dirigía hacia el número 39 de la calle Arturo Soria. Ahí, en el sótano del bloque D, me había invitado Daniel Silvo, artista, comisario, docente y agente activo dentro de la escena de arte contemporáneo español, a conocer uno de sus últimos proyectos: Atelier Solar, definido como “un espacio de trabajo y aprendizaje compartido donde comisarios y artistas desarrollan sus proyectos personales”. Por este sótano han parado ya una larga lista de artistas e invitados.
Fui introducido inmediatamente en un círculo que conformaban siete personas en la estancia más amplia del sótano. Debatían sobre un texto que estaba leyendo Carlos Romano, uno de los artistas que conforman el grupo de Atelier Solar, en el que definía sus inquietudes artísticas. Colgando de una de las paredes se podía observar uno de sus últimos trabajos, un rectángulo de grandes dimensiones, un paisaje fantasioso donde se mezclan animales que parecen hechos de papiroflexia con elementos más realistas como las nubes, y otros más enigmáticos como el esqueleto de una ballena o la presencia de un barco.
Recuerdo que el texto de Carlos era de tinte poético, bello, ambiguo, alucinado. Desconozco el propósito original del ejercicio, pero el resto de artistas le objetaba que no era un texto apropiado para un catálogo o para una publicación institucional, que tenía que ser más claro, pero yo defendí que muchas veces lo poético (y su cuadro lo es) sólo se puede explicar con más poesía, con un lenguaje equivalente a la intención artística de la obra.
Carlos Romano.
Entonces ya estaba participando en Atelier como uno más, ofreciendo mis puntos de vista como así hacen cada ciertas sesiones críticas los artistas e invitados que paran por aquí, en esta especie de coworking donde, además de compartir espacio de trabajo, enfrentan sus obras unos con otros, buscando enriquecer el proceso artístico, formando así una familia de artistas, una piña muy particular y compenetrada. Además en Atelier también se imparten de cuando en cuando talleres sobre diversos temas. La sesión estaba siendo retrasmitida vía Periscope.
Ahí también estaba Palmira GQ. Ella está trabajando una serie de retratos para una exposición en Gran Canaria en mayo. Formato grande, tonos grises: gente del teatro, tramoyistas, compañeras suyas. El resultado son imágenes que parecen estar extraídas de una película expresionista alemana, donde se sugiere ese esfuerzo físico que sucede tras el telón y esa aparatosidad en que consiste el engranaje del teatro.
Palmira GQ.
Por su parte, Laura Navarro, artista nacida en Santander, se encuentra actualmente enfocada en dos proyectos muy peculiares de carácter participativo: Self-Selfies y Fade In. El primero, Self-Selfies, que se está exponiendo en el Festival Luminaria de Madrid hasta el 19 de marzo (de hecho, el resto de artistas que me encontré en Atelier, a excepción de Palmira GQ y Diana Velásquez, están exponiendo también en Luminaria), es una especie de instalación, de “espacio de autoservicio de selfies”, como la propia autora lo describe, que tiene por objetivo “seguir alimentando la vida virtual de los ciudadanos narcisistas”. Aquellos que interactúen con esta obra podrán disponer de varios elementos, confeccionando su propio “selfie de ensueño”.
Su proyecto Fade In, que está preparando para la feria de arte Poppositions a celebrarse en el mes de abril en Bruselas, consiste en una acción dentro de la feria: memorizará frases de películas en inglés y francés, y conversará con los visitantes de la feria única y exclusivamente a través de diálogos cinematográficos. Estos dos proyectos de Navarro entroncan directamente con su formación e inquietudes ya que se encuentra estudiando guion cinematográfico, especializándose en guion de comedia y documental en la Factoría del Guion en Madrid.
Laura Navarro
Presente también estaba Diana Velásquez. La artista colombiana se encuentra actualmente trabajando una serie de imágenes en serigrafía. El conjunto se titula Omnia Vanitas y en ella narra pequeñas problemáticas cotidianas desde un punto de vista inusual. La artista pretende con ello reflejar la precariedad y el desabastecimiento social al que nos vemos orillados.
Están disponibles cinco serigrafías especiales por imagen y veinte más (por imagen) firmadas y numeradas para ser encoladas en la calle, desde donde se inspira esta serie y a donde vuelve.
Diana Velásquez.
Otra artista, Eva Mansergas, joven valenciana, se encuentra reflexionando, cámara fotográfica mediante, en torno al paso del tiempo, la memoria y el deterioro.
Altera algunas de sus fotografías empleando productos químicos para descomponer los colores, el material, acercándose así a un resultado más bien pictórico. Sus imágenes tienden hacia el marrón y proyectan una sensación de abandono.
Eva Mansergas.
Por último, Rafaela Jemmene, artista brasileña, es quien, de todos los que me encontré ese día en Atelier, desarrolla la obra más compleja, indiscernible y difícil de explicar, en la que interactúan texto, fotografía, libro-objeto, sonido, instalación, memoria, reutilización de espacio, percepción, ausencia, introspección, contexto, pensamiento… Su búsqueda artística está relacionada con los binomios entre la arquitectura y el arte, lugar y espacio, tiempo y paisaje.
Jemmene se apropia del lenguaje arquitectónico (dibujos técnicos, programas informáticos para arquitectos, maquetas, etc.), para dar cuerpo a su trabajo artístico. El paisaje urbano lo utiliza como materia, como elemento poético o generador de reflexiones. Cuando Rafaela presentó su trabajo proyectando en la pared imágenes de su obra, la sucesión de sus fotografías, interiores de edificios abandonados o medio derruidos, me hicieron pensar en las películas de José Luis Guerin.
Rafaela Jemmene.
Antes de finalizar la sesión, Daniel Silvo, genial y entrañable coordinador de Atelier Solar, me exhortó a que yo mismo hablara sobre mi actividad crítica, sobre la labor de La Vida Útil y mi trayectoria.
Era día en que las galerías de la calle Doctor Fourquet inauguraban exposiciones paralelamente y en Atelier ya están habituados a hacer acto de presencia en la zona luego de haber finalizado sus sesiones. Se me antojaba como una estupenda forma de prolongar esa mañana de sábado, y por supuesto me adherí al plan.
Se puede seguir la actividad del Atelier Solar en Twitter, Facebook, Instagram y Worpress.
Una de las sesiones en Atelier Solar.
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