Cierro los ojos y me retrotraigo a mayo del 2011 en Madrid. ¡Ah, qué hermosos, emotivos y fascinantes recuerdos; tanto son así que parecieran las escenas de una película y no de la vida real! Le pese lo que le pese a los derechones, aquel estallido social, el movimiento de la indignación española conocido como 15-M, aún sigue activo, mutando, ramificándose, creciendo, actuando, proponiendo, denunciando injusticias, protegiendo a quienes lo necesitan a través de sus plataformas, orientando a la población, etcétera; en suma, la lucha de los que en su día simpatizaron y/o militaron en el 15-M continua, cada uno desde su trinchera, buscando un mundo mejor.
Podría escribir muchísimo sobre lo que he visto, reflexionado y sentido a raíz de este levantamiento popular pacífico y creo que ahora mismo en este artículo tan pequeño cualquier esfuerzo descriptivo de mi parte me parecería poco.
Lo que pasó en su momento y lo que sigue pasando todavía con el 15-M es de un alcance amplio, complejo e intenso (aunque algunos se empeñan en negarlo o no querer verlo). Personalmente no había experimentado algo así jamás, la unión y el descontento constructivo que surgió, se reivindicó y defendió durante esos increíbles e inolvidables días por una buena parte de la ciudadanía ha sido una de las vivencias más hermosas y potentes de las que he sido testigo. Puedo decir que contemplé a un palmo de mi nariz el florecimiento del 15-M y por ello me siento afortunado.
Buena muestra de las diversas actividades que se han ido gestando a partir de la conexión derivada de este mayúsculo encuentro social (y espiritual) es El crepúsculo del ladrillo. Se trata de “una ópera bufa de tiempos de crisis” en un sólo acto aunque dividida en tres cuadros (uno, “Bucólico-festivo”; dos, “Desolación y crisis”; y tres, “Movimientos erráticos y descontrolados”), con una duración aproximada de 35 minutos. Es una obra ideada, producida, montada y escenificada por un conjunto de colectivos del 15-M. Está basada en un libreto escrito por José Manuel Naredo, economista y estadista madrileño de 71 años que desde hace tiempo se ha preocupado por divulgar temas que nos afectan a todos, como lo es la especulación inmobiliaria, nefasta apuesta económica que, ya lo sabemos, se ha transformado en esta mal-llamada-crisis mundial, siendo España uno de los países europeos donde más se ha abusado en este sentido. La música y la dirección es de David Alegre, un profesor de viola de treinta y tantos años, miembro de la Solfónica, un grupo orquestal, que también ha participado en esta ópera, integrado por instrumentistas indignados que hacen acto de presencia en estas manifestaciones, ofreciendo a todo aquel que se les acerque lo que mejor saben hacer: música clásica contra la apatía y el sistema (han interpretado desde el «Oda a la alegría» de Beethoven hasta poemas de Federico García Lorca adaptados al momento actual).
Para el atrezo y la puesta en escena se han inspirado directamente en la manera en que lucía la Puerta del Sol, la casa del 15-M en Madrid por mucho que le joda al Ayuntamieto, durante aquellas jornadas de protesta: tiendas de campaña, pancartas con diversos mensajes (“No es una crisis, es una estafa”, “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”, “People of Europe, rise up”, etc., e incluso una reproducción a escala de la enorme y alucinante imagen que mostraba a Himmler con orejas de Mickey Mouse y con el lema “No nos representan”), pinturas que plasman las marabuntas de manifestantes, entre otras cosas.
La ópera se estrenó en mayo de este 2013 en una sesión doble durante un único día. Debido al éxito rotundo y al clamor popular se volvió a ejecutar este 18 y 20 de octubre, siendo éste último día cuando tuve la oportunidad de asistir. Fue muy emocionante y hasta alguna lágrima se me escapó aunque, de ser crítico, ecuentro pertinente señalar ciertos puntos flojos del argumento: sé que se trata de una bufonada, como su mismo subtítulo lo indica, pero aún así creo que la trama se queda muy en la superficie y su tratamiento por momentos me parece que raya en lo pueril. Tiene la estructura de un cuentito donde incluso uno de los personajes, interpretado por una mujer y que simboliza el sentido común, se llama “hada de los sueños o voz popular”. Creo que directamente habría que haberla llamado voz popular y considero que precisamente han sido este tipo de detalles (fantasiosos, idealistas, ingenuos, algo bochornosos…) los que le han servido a los detractores que ninguean el movimiento, tachándolo de poco realista (y, a mi pesar lo confieso, algo de razón tienen…). Otro aspecto que no me gusta es el final de la obra, lo encuentro pobre y manido porque, una vez que el pueblo se ha levantado contra los corruptos/los malos, parecieran culminar con un “y vivieron felices para siempre” que francamente no me trago.
Fuera de esto, en cambio, hay varios aciertos a celebrar: aunque simple, el relato atina al mostrar la manera en que un pueblo inocente e ingenuo se deja engañar por sus gobernantes, quienes les hacen confiar en que la construcción desmedida, la explotación de los recursos y el progreso exclusivamente informático y tecnológico traerían cuantiosos beneficios sempiternos.
Tiene mucha gracia e ingenio la personificación de los diversos implicados. Por ejemplo, El Experto, un chiflado que propone soluciones extravagantes que sólo benefician a la clase política; el Delegado General, barítono que encarna a la Unión Europea, quien exige al pueblo sacrificio, orden y disciplina a cambio de muy poco; y los políticos, siempre dispuestos a salirse con la suya, protegidos por sus perros, los policías antidisturbios.
En lo musical destaco la cita y adaptación del bolero clásico «Obsesión» del compositor puertorriqueño Pedro Flores (a propósito, Café Tacvba se apropió de algunas líneas de esta misma canción en «Las Batallas«, tema que a su vez se basa en una conocida y recomendable novela de José Emilio Pacheco, de la que asimismo se realizó una adaptación cinematográfica en la década de los ochenta) y el uso puntual de elementos españoles como las castañuelas o la bella jota final, apoyada en los versos de “Viento del pueblo” del poeta alicantino Miguel Hernández.
Factor importantísimo es la poderosa energía que, como así ocurre en las manifestaciones del 15-M, emana de este tipo de congregaciones de mentes y almas afines que buscan metas en común, la cual colma el interior de cada uno de los presentes con fortaleza, esperanza, ánimo y valentía. Al final de la actuación, el recinto entero tronó con un sonoro “Sí se puede” y las voces se elevaron en una sola al clamar una consigna recurrente del movimiento: “De norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste”…
Y por supuesto, con lo que más me quedo es con el hecho en sí de que esta obra es producto de la cooperación, coordinación, imaginación y entusiasmo de un grupo de personas creativas, comprometidas y luchadoras; gente que hace, que está donde tiene que estar y da la cara (¡qué abismo les separa de todos aquellos que se quejan desde el sofá de sus casas sin hacer nada o de quienes menosprecian a todo aquel que intenta cambiar y cuestionar lo establecido!), individuos que rechazan rotundamente la idea de rendirse y demuestran sus malestares de formas originales.
La esencia de la cultura reside precisamente en la expresión pura y directa del pueblo. Que así sea y ¡que viva la rebelión!
Video de la ópera entera el día del estreno (debo decir que cuando yo les vi el 20 de octubre mejoraron todas las interpretaciones):
Fotos: Juan Plaza.
Artículo publicado originalmente en Satélite Media.
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