Sábado 10 de marzo del 2012. Sala Siroco, Madrid.
Resulta curioso y paradójico que una persona como Aldo Linares termine uno de sus conciertos con una canción que lleve por título “Soy el mejor”. Cualquiera que lo haya tratado alguna vez no podrá negar que este caballero, nacido en Perú pero madrileño de adopción, es un individuo irreprochablemente humilde y generoso. Por lo que, deduzco, se trata tan sólo de una licencia literaria megalomaniaca que Linares utiliza para enfatizar esa figura misteriosa, poética y a ratos solitariamente tímida que ejerce y practica en el escenario. Su sonido, cada vez más depurado y estiloso, gira en torno al synth-pop oscuro de los ochenta. Su porte, influido por los grandes crooners, es sobrio y lacónico. Su puesta en escena, con proyecciones en blanco y negro con trozos de películas a cargo de Nacho R. Piedra, ejerce cierto dulce magnetismo irresistible. Sus colaboradores, en esta presentación en particular, fueron Vadim Tudor (teclados y ordenar), Anna Gross (teclados) y Jou Lagerfeld (ordenador) (¡vaya nombres!). Sus canciones, llenas de “amor y misterio” como el mismo Aldo las define, fueron “Autoadhesivo”, “Deberes y obligaciones”, “Sin disfraz”, “Confederados” (¡temazo!), “Canción de amor industrial”, “Oklahoma Baby” y la ya mencionada al inicio. Una ejecución seria, hierática y un tanto siniestra, en la que los únicos colores que resaltaban a la vista eran los tacones de Anna Gross (rojos) y los calzoncillos de Jou Lagerfeld (violetas), todo lo demás era negro y gris. Ya sólo hace falta que Aldo Linares publique su disco.
Patricia de la Fuente (a propósito, recién embarazada) y Jaime Cristóbal son una pareja de músicos de Pamplona. Juntos hacen Souvenir (con una trayectoria de ya 13 años), pero después de este concierto me da la impresión de que Souvenir es la banda en la que se cumplen los caprichos de ella, y J’aime (proyecto alternativo de Cristóbal, donde también toca de la Fuente, aunque con un papel mucho más discreto) los de él. En J’aime, banda que abrió, circula un aire de música americana, con pellizcos netamente country, como el atuendo que vistió Jaime. El directo era limpio, bien encauzado pero con resultados emocionales modestos. Resulta extrañamente singular que la escucha de J’aime genere más interés en su trabajo de estudio que en directo, pero que, en cambio, la música tecno-pop de Souvenir crezca y brille más en sus conciertos, a comparación de lo que sus irregulares discos ofrecen.
Durante el directo, Patricia de la Fuente se lo pasa pipa: baila, da vueltas, grita, se ríe, se contonea seductoramente, anima al público, raspa el suelo con sus taconazos de aguja y se viste glamurosamente para la ocasión (esta noche llevaba un tocado de pétalos blancos, capa de gasa negra –que la hacía lucir como una especia de heroína pop-, medias negras tupidas y una faja o fajín con lentejuelas; se veía muy guapa). Él también se lo pasa bien pero es menos expresivo, será porque es hombre. Los dos tienen buena y espontánea química en el escenario y se comunican con el público, lo que les hace sentir cercanos. Lo único que me desagradó, aparte de que canten todas sus canciones en francés e inglés sin que aparentemente venga a cuento, fue que de la Fuente fue muy persistente (léase pesada) para que cantásemos el estribillo durante la interpretación de “Talk to me” (la parte que dice “Let’s save the day, let’s throw the problems away”). Por lo demás, Souvenir dio un concierto ameno y divertido, organizado por el sello Jabalina,que finalizó con una humilde versión de “Tainted Love”.
Fotos: Estrella Checa.
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