29/08/2015, El Plaza Condesa, Ciudad de México.
La última vez que Los Planetas pisaron escenario mexicano fue en el festival Vive Latino 2014, uno de los eventos con mayor asistencia que tienen lugar en la Ciudad de México. A pesar de que a través de los años la banda se ha hecho de una tropa de fieles seguidores en nuestro continente, su presentación en El Plaza Condesa —reconocido por su intimidad y buena acústica— suscitó reacciones diversas: hubo a quienes les cambió la vida y a quienes les pareció más bien intrascendente.
Florent, de viaje por México.
La noche pintaba bien: Vaya Futuro y Juan Cirerol abieron el escenario. Por desgracia, ambos se enfrentaron a un auditorio casi vacío. Sobre todo los tijuanenses de VF, quienes a pesar de eso, llenaron el espacio con un sonido shoegaze muy familiar a la música de los españoles. Esa noche no jugaron a favor de Cirerol, quien siempre logra prender al público, las ansias de que los granadinos salieran al escenario. Una vez que sonaron los últimos acordes de “Piso de Piedra” (gran tema del último álbum de Cirerol, por cierto) el auditorio empezó a llenarse y la emoción a escalar.
Una melodía flamenca anunció la entrada de la banda al escenario, entre humo y luz roja, y con “Los Poetas” del álbum Una Ópera Egipcia abrieron el set. Alrededor de diez minutos de ruido (en el mejor sentido de la palabra), armonías hipnóticas y letras del Corán: “Este es el libro de la ley del universo”. Toda la primera parte del concierto anduvo por los mismos caminos, con canciones de su repertorio más místico y melancólico. Toda la atención estaba en el escenario. Jota ha afirmado en entrevistas que para Los Planetas la música es algo sagrado, cosa que se hizo evidente en el carácter casi ritual de su concierto. Geniales versiones en vivo de “Señora de las Alturas”, “Corrientes Circulares en el Tiempo” y “Motores de Combustión” (del nuevo EP, Dobles Fatigas) sumergieron a la audiencia.
A primera vista la banda parecía un poco distante, nada comunicativa. No se miraban entre ellos, apenas de reojo al comenzar cada canción. Jota cantó la mayor parte del tiempo con los ojos cerrados, cigarro en mano; Julián mirando hacia el horizonte; Banin enfocado en sus instrumentos; no se diga Eric; Florent es quizá el que está más en contacto con la gente bajo ellos. Y es que desde los parámetros de lo comercial, Los Planetas siguen siendo bichos raros. Jamás veremos a Jota lanzarse al público o pedir aplausos a media canción —hasta una sonrisa parece un gesto excesivo—, pero es indiscutible el grado de compenetración que su música tiene con la audiencia (no digamos mexicana porque la mitad de los asistentes eran españoles), los estados a los que lleva. A su falta de comunicación verbal la suplió el tiempo y la energía creciente con la que interpretaron los temas más esperados por el público: “Devuélveme la Pasta”, “Un Buen Día”, “Alegrías del Incendio”, “Pesadilla en el Parque de Atracciones” y por supuesto “De Viaje”, que fue de las más cantadas y emotivas de la noche.
Banin y los poetas.
No tuvieron reparos en salir dos veces más a tocar después de haberse ido. Por la facilidad con la que la música de Los Planetas conecta con cierto sentimiento de nostalgia, era difícil saber si lo que estaba pasando era en verdad un magnífico concierto o si nuestros adolescentes interiores estaban afectando el ambiente. Quizá una combinación de ambas cosas. La audiencia lucía contenta después de veinte temas: treintones nostálgicos en su mayoría, pero también gente muy joven, mexicanos y españoles de todo tipo: fiesteros (esos que gritaron más fuerte que nadie “cuatro millones de rayas” en “Un Buen Día”), conocedores, ardidos y hasta mi antiguo profesor de Cultura Contemporánea se reunieron para desearle lo peor del mundo a su ex y lamentarse al mismo tiempo. Alguno que otro hasta habrá coreado con gusto “El Duendecillo Verde”, canción por demás política que (puede ser) nos recuerda a nuestro propio duendecillo verde (no creo ser la única).
La Ciudad de México tuvo la suerte de presenciar un acto más de Los Planetas antes de que partieran hacia Puebla y el norte del país el martes 1 de septiembre en el Centro Cultural España. Porque, eso sí, para resolver la polémica interminable que los ronda de si son buenos, unos genios revolucionarios o están sobrevalorados, una presentación no puede ser suficiente. La segunda vez —gratis y frente a una audiencia joven y apasionada que se formó unas cuantas horas antes del evento— tocaron sin parar y con una energía inigualable. Incluso Jota, normalmente tan indiferente, parecía metido en la cercanía que se creó, lo dio todo en la voz y terminó diciendo que le gustaba estar en la Ciudad de México. Eric también dio una actuación impresionante en la batería que enloqueció a los presentes y Florent mandó besos antes de salir definitivamente del escenario. El repertorio de ambas presentaciones fue un buen equilibrio entre el sonido de sus primeros discos, el cambio que supuso La leyenda del espacio en el 2007, luego Una Ópera Egipcia, y finalmente el material más nuevo, ya deslindados de Sony.
Estos conciertos fueron dos grandes muestras de la presencia y vigencia de su música en el panorama musical mexicano —donde son una banda casi de culto— así como de sus grandes diferencias tanto estilísticas como de concepción con los músicos de nuestro país. Más de 20 años de carrera y Los Planetas siguen siendo, aunque no siempre guste, ellos mismos.
Jota, señor de las alturas.
Fotos: Ana Cristina Pérez.
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