5/julio/2013. Teatro Circo Price. Madrid.
Antonio Arias (guitarra-bajo, voz), Jota (guitarra, voz), Florent (guitarra), Eric Jiménez (batería) y J. J. Machuca (teclados), Los Evangelistas, abrieron su concierto madrileño como quien oficia una misa. Glorificaron a Dios, que para ellos no es otro que Enrique Morente, el cantaor del Albaicín, genio y figura desaparecido desde finales de 2010. Como un rezo, los músicos granadinos fueron hilando temas de su primera publicación, Homenaje a Enrique Morente (Octubre/Sony, 2012): “En un sueño viniste”, “Decadencia”, “Serrana de Pepe de la Matrona”, “Encima de las corrientes”. Un rojo oscuro y denso como el de la portada de ese disco (una pintura realizada por Aurora Carbonell, la mujer que ha dejado viuda Enrique) les caía desde los reflectores del escenario, metáfora del dolor y sufrimiento ocasionados por la repentina pérdida del Padre, guía espiritual y referencia artística para quienes profundizaron en el género flamenco y en las luces y sombras de la condición humana gracias a él y sus enseñanzas.
Confieso que asistí al concierto tan ilusionado como desconfiado ante lo que me podría encontrar porque así como he presenciado algunos directos trepidantes de estos músicos, otros más bien han sido bastante irregulares. Pero, para completo regocijo de los feligreses que somos el público, desde un inicio y hasta el final, el quinteto andaluz no sólo se mostró potente y preciso sino también exhibió talante y maestría, fruto de la experiencia que bien avalan sus respectivas carreras, sólidas y convincentes, y puedo decir con júbilo que esta noche dieron cátedra, dejándose a sí mismos el listón por las nubes y a estas alturas del partido y luego de verles tocar como así lo hicieron en el Teatro Circo Price, sería imperdonable que no conservasen este nivel y que incluso no lo superasen (yo es que soy muy egoísta y, como me proporciona mucho placer apreciar a estos señores cuando hacen bien su trabajo, por eso intento desde aquí meter presión). Aunque, he de decirlo, Jota se mantuvo más retraído que de costumbre y le costó sacar la voz, escondiéndose en las sombras, en segundo plano, cabizbajo y cerrando los ojos, como acordándose del maestro.
Y si Los Evangelistas en esta primera parte ya removían diestramente fibras sensibles, lo que vino después fue todavía más emocionante. Primero la presencia de Carmen Linares en el escenario interpretando “Delante de mi madre”, un desgarrador grito de dolor que nos dejó un nudo en la garganta, y enseguida la incorporación al frente del escenario de Soleá Morente, la segunda hija de Enrique, lanzándose con temas de Encuentro (El volcán música, 2013), mini LP en esencia más apaciguado que la anterior publicación, pero al que se le notan reminiscencias de lógica y natural congoja. “No sólo yo”, “Dormidos”, “Malagueña de la Trini”, “Si tu fueras mi novio”, alguna inédita, junto con piezas del primer disco donde ya participaba Soleá como “Yo poeta decadente” y “La Estrella”, y otras como “Amante” y “Alegrías de Enrique”, levantaron pasiones, oles y vítores, firme constatación de que Soleá ha heredado virtudes de fina intérprete.
No sabemos si a Soleá le dará por dilatar su faceta musical o no (entre otras cosas, es licenciada en filología hispánica y ha participado en obras de teatro) pero contar con el apoyo de Los Evangelistas y de su propia familia como punto de partida es, indudablemente, una posición privilegiada a la que le puede sacar mucho provecho. Algunos han querido ver esto como mero oportunismo pero entenderlo así es, a mí discernimiento, estar corto de miras. La unión de una y otros va más allá de eso; de hecho, fundamentalmente se trata de una familia y unos discípulos que han decidido proteger y promulgar un legado valiosísimo desde su terreno estilístico y personal (¡predicando así la palabrada de Dios!). Valores y objetivos del todo plausibles y admirables.
De los bises varias aspectos a destacar: esa desnuda, frágil, sentimental y femenina ejecución de “La sangre de mi corazón” a piano, guitarra atmosférica y voz, y el sarao que se montó cuando una roquera Estrella Morente, el guitarrista José Carbonell «Montoyita» (tío de Soleá), José Enrique Morente (el menor de los hermanos) y demás palmeros, bailaores y bailaoras espontáneos se congregaron en el escenario, tocando por bulerías y recordando piezas de Omega (1996), “Manhattan” y “Ciudad sin sueño”, culminando con “Donde pones el alma”, último tema del primer álbum de Los Evangelistas. Puro éxtasis.
Una pena que la asistencia al Price no fuese una especialmente masiva porque lo que pasó anoche no sólo fue musicalmente un conciertazo digno de preservar en la memoria (en la visual y en la de los tímpanos): lo de Los Evangelistas, Soleá Morente y compañía es un acto de amor.
Fotos: Estrella Checa.
Para ver más fotos y con mejor calidad:
http://www.flickr.com/photos/estrellacheca/sets/72157634514759788/
Artículo publicado originalmente en Fac magazine.
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