08/03/2013. Sala Galileo Galilei, Madrid.
La copla, ese género español tan denostado y menospreciado en las últimas décadas por esa costumbre tan hispana que consiste en subestimar lo autóctono, tachándolo de rancio o de mala calidad, ¡que incluso se ha asociado injustamente a una determinada postura política! (como si la música entendiese de colores partidistas), ha sido, desde hace unos 30 años, materia de estudio y práctica de María Isabel Quiñones Gutiérrez, es decir, la chica de las gafas oscuras y la peineta: Martirio (Huelva, 1954).
Ya sea en su discografía personal o en colaboraciones, esta artista pionera ha reinventado tantas veces el género (no sólo la copla, también el flamenco y otros) que a uno le entran escalofríos al pensar en qué le pasaría a la música auténticamente española y/o popular (Martirio ha cantado también, por ejemplo, bolero, jazz y tango) sin gente tan audaz y lúcida como ella, que no sólo se han negado a que este precioso cancionero desaparezca en la fallida memoria de nuestra cultura, sino que lo han actualizado, descubriéndoles a las nuevas generaciones todo un baúl lleno de tesoros donde se pueden distinguir los caminos de nuestra genealogía musical y social, reconociéndonos en ella.
Otro que bien baila es Chano Domínguez (Cádiz, 1960), uno de los que más y mejor han combinado el flamenco con otros géneros, principalmente el jazz, pero no hay que olvidar que los inicios de Chano son con el grupo Cai, quienes casaban magistralmente las músicas andaluzas con el rock progresivo a finales de los 70.
Estas dos figuras de la música popular se conocen cuando tocaron junto a Kiko Veneno siendo unos veinteañeros, pero el tiempo pasa y estos músicos se curten, cosechan éxitos y se convierten en grandes referentes. No es hasta el año 1997, cuando Chano rondaba la cuarentena y Martirio ya la había pasado, que decidieron enlazar el mundo de uno con el del otro. Así nació Coplas de madrugá, un entusiasta idilio (apoyado por Javier Colina en el contrabajo y Guillermo McGuill a la batería; dos extraordinarios instrumentistas) que marca un antes y un después tanto en el jazz como en la copla. Como pasa con todos los trabajos rompedores, hubo quienes no lo entendieron, incluidos los dirigentes del sello donde estaba fichada Martirio. Cuando consiguen colocar el disco en otro medio que sí confiaba en su obra, cautivan y entusiasman ahí donde la copla nunca había estado, en festivales de jazz.
Siete años después, Chano y Martirio vuelven al ataque con Acoplados (Nuba Records, 2004), pero esta vez van más allá, arrojados y valientes como son, y deciden arropar las canciones con las orquestaciones de la Sinfónica de RTVE, dirigida por Adrian Leaper, y con la frescura de una big band, ofreciendo de esta manera nuevas lecturas de clásicos temas españoles, situándolos en una escena actual y renovada. Repite McGuill a la batería y participan otros grandes como George Mraz (contrabajo) y Perico Sambeat (saxo).
Así llegamos al 2013, ocho años después de su última actuación en común y quince tras la grabación de su primer disco conjunto. El sello madrileño Karonte ha reeditado estos dos trabajos anteriores en uno solo (que se distribuirá por primera vez en Latinoamérica), que han titulado como Las coplas de Martirio & Chano Domínguez, y para conmemorar tan dichosa edición, los implicados se han presentado en directo en la Sala Galileo Galilei de Madrid, dentro del festival Ellas Crean, el pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
El evento fue un lleno absoluto (había personas apiñadas unas sobre otras, haciéndose un hueco para ver y oír a los músicos). Primero salió Chano acompañado del contrabajista argentino residido en Barcelona Horacio Fumero y del baterista badalonés David Xirgu. Interpretaron de manera instrumental “El toro y la luna”, un tema compuesto por el cordobés Carlos Castellano Gómez en torno a 1965, y que Chano ha registrado en otros discos pero ninguno con Martirio. Al terminar, el gaditano se acercó al micrófono y se mostró emocionado. Cuando ya estaba tocando los primeros compases de la siguiente melodía, Martirio salió al escenario recibida, desde el inicio, con el calor de un público que no se amilanó al demostrar su entusiasmo con aplausos, silbidos, olés y exclamando “¡guapa!” y “¡qué bonitos gorgoritos!”.
Se lanzó primero con “Yo soy esa”, una canción compuesta por el combo Quintero, León y Quiroga, autores recurrentes a lo largo de esa noche. De éstos también cayeron temas como “Tatuaje” (dramática historia de desamor popularizada por Concha Piquer), “No te mires en el río” (poético y dulce tema situado en Sevilla), “Te lo juro yo” (en una versión muy juguetona y con mucho swing que dedicó a Miguel de Molina), “Dicen” (una composición que describe la humillación de una mujer en una España de oscurantismo), “No me digas que no” (solo de batería incluido), “Me embrujaste” (sensacional interpretación la que se marcaron esta noche), “Compuesta y sin novio” (una graciosa reivindicación de la condición de soltera), “Ojos verdes” (una de las más celebradas y donde, atención, ¡Martirio se quitó las gafas para enseñarnos sus ojazos!).
Se acordó de la recién fallecida Marifé de Triana, todo un monumento de la copla, con “Locura de mi querer” y “Torre de arena” (el tema que, de hecho, le dio a Martirio la idea de unir este género con el jazz porque, según ella, pudo haberla cantado Billie Holiday). Una irónica y luminosa Martirio nos expresó que para ella muchas coplas le parecen como monólogos teatrales o guiones de película, debido a su carácter narrativo y sumamente trágico. Para ejemplificarlo ejecutó “Tú eres mi marío”, en donde interpreta a una mujer que se niega a creer que su pareja le engaña con otra a pesar de tener todas las pruebas que así lo determinan.
Antes de “Como a nadie te he querío”, Martirio nos confesó que estuvo enamorada de un reo, experiencia que recomienda porque ella aprendió mucho de esa relación. La onubense también se acordó de los políticos y pidió que redujeran el 21 % del IVA impuesto en materia cultural.
Una que el público estaba pidiendo desde el inicio fue “La bien pagá” pero Martirio, toreándonos y sorprendiéndonos, ¡la cantó en inglés! (ojo, porque la cantante ya ha dicho que piensa grabar un disco de coplas de esta manera). Agradecida con el público, celebrando esa noche sus 29 años de carrera, se retiró del escenario pero volvió con dos bises más: “María Magdalena”, que sí ha grabado con Chano Domínguez pero no en estos dos discos en conjunto sino en Mucho corazón (Nuba Records, 2001), y, finalmente, “Martinete a Don Juan”, un inquietante y oscuro cante jondo que vino a ser el broche de oro de una noche exquisita que nos dejó un estupendo sabor de boca. Un concierto encantador e inolvidable.
Fotos: Estrella Checa.
Artículo publicado originalmente en Fac magazine.
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