Luego de que Antònia Font anunciara en noviembre del 2013 su separación, en todo caso amistosa, muchos nos quedamos cabizbajos con la noticia puesto que suponía el final de una de las mejores y más interesantes propuestas en el terreno pop surgidas del estado español, Europa y el mundo en al menos las últimas dos décadas. Todos los seguidores intuimos en su momento que Joan Miquel Oliver, principal cabecilla de la banda mallorquina, continuaría labrando su carrera en solitario, quien para entonces contaba ya con dos álbumes en estudio, uno en directo y un falso directo con Albert Pla.
Pegasus (Sony Music, 2015) es, pues, el primer disco de Joan Miquel luego de la disolución de Antònia Font. 10 temas propios, algo más de media hora. Grabado en parte por Quimi Portet, quien se ocupó además de las mezclas (menos “Esferes” por Jordi Solé). Nada que objetar a la producción: formidable.
Oliver, reafirmando el dominio musical que le ha hecho ser tan respetado, se encarga de registrar todos los instrumentos: voz, guitarras, bajo, teclados, programación, flauta y percusiones. El encantador y original arte gráfico del disco es obra de Albert Pinya, y embona perfectamente con el imaginario marciano y colorido de Joan Miquel.
Por supuesto se va a echar de menos volver a oír un disco de Antònia (¿nunca?), pero en fin, la vida sigue y Pegasus sin ser ninguna obra maestra va a seguir gustando a muchos antòniafontianos, por supuesto causará un buen efecto en los joanmiqueloliverianos, y desde luego llamará la atención de curiosos y melómanos varios.
Sin embargo, quizá al conjunto le falta algo más de sazón y chispa como para poder satisfacer a los antòniafontianos más hambrientos, especialmente tratándose del primero tras la despedida del quinteto. Personalmente esperaba unos resultandos un poco más estimulantes pero disfruto y celebro el contenido de Pegasus.
Creo que todos estaremos de acuerdo en señalar “Flors de cactus”, ya casi al final del disco, como la cumbre del álbum, un tema folk-futurista bailable, ideal para ambientar una discoteca sofisticada, si es que las hay con tanto gusto… Es un claro single y así se lanzó como adelanto, acompañada de un vídeo.
Y si bien se echa de menos algún otro gancho a la altura de ésta en el resto del disco, encontramos piezas bastante reseñables como la inicial “Marès a radial”, isleño pop refinado que recuerda a Arto Lindsay. Pop mediterráneo para las “masas” (teniendo en cuenta su reciente participación en el Primavera Sound).
Joan Miquel Oliver, marciano sensible.
“Pegasus” es otra buena dosis que ofrece, en parte, elementos electrónicos efectivos, induciendo cierta hipnosis y evocando sensaciones etéreas, si bien sus dotes como encantador de serpientes se encuentran más afilados en “Món vegetal”, un rayo de sol balear tan narcótico como acogedor, de ritmo algo moruno, preciosa piedra a atesorar. “Orthopedic ragtime” recordará a la faceta progresiva y potente de Antònia Font, aunque no tan acusadamente y sólo en parte.
El tramo más flojo e irregular del álbum es el que pasa por “Teuleres tancades” (breve, acústica y linda, en cierta consonancia con otro mallorquín: Miquel Serra), “Ecos d’ambulàncies” (tema que presenta rasgos reminiscentes de Batiscafo Katiuscas; es la más provechosa de este tramo), y sobre todo “Fémurs” (parece un descarte de Vostè és aquí) y “Esferes” (disperso tema instrumental y cinemático).
Finalmente “Mil bilions en estrelletes” es una especie de nana galáctica (Oliver tiene dos hijos) algo melancólica e infantil, una pieza muy bien lograda, que va a conmover a otros padres “alternativos” de la quinta de Joan Miquel pero que quizá va a decir menos a otros escuchas no sintonizados con ese estado vital.
Irregular pero siempre original y auténtico, Pegasus es un trabajo que ofrece una selección de temas con el inconfundible estilo marca de la casa de Oliver, entre marciano, sensible, costumbrista, poético, colorido, juguetón y surreal. Más de la mitad del disco resulta efectivo y a ratos hasta potente, pero el resto es de un contenido más bien vago.
Por encima de la media pero menor a lo esperado. Vostè és aquí (2012, Robot Innocent), el último álbum de Antònia Font es, sin estar entre los logros más destacados de los mallorquines, superior a Pegasus.
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