MIQUEL SERRA. (2009-2010)

Primero llegó Opilions (2009) y luego Música útil (2010), dos sinceros y cautivadores trabajos autoeditados por el manacorense Miquel Serra, música que sólo su círculo más cercano y algunos melómanos curiosos habían escuchado. En el 2012 el sello Foehn puso en circulación comercial un álbum (disponible en CD y vinilo) que compilaba apropiadamente lo más sobresaliente de este par de títulos. Sin complicarse mucho la vida lo bautizaron como (2009 – 2010) e incluso reciclaron la misma portada utilizada en Música útil (un precioso rostro pintado por Joan Serra, hermano de Miquel y también músico, fallecido en el 2002, con apenas 29 años). En el folleto del disco se ha ilustrado un cómic protagonizado por Spiderman que Miquel dibujó cuando era pequeño, lo que viene a ser una de tantas miradas hacia el pasado que encontraremos en este álbum.

De la decena de canciones, seis son del primero y cuatro del segundo. El disco se abre con “Kafiristán / Hoboken”, hasta el momento su pieza más compleja y representativa, la cual expresa gran parte de lo que su música es: acordes repetitivos y hechizantes como una droga; ligeros toques de psicodelia, manifestándose en momentos clave; cambios de ritmo y armonía inesperados, estimulantes y excitantes; claro dominio de los tiempos; ecos de Animal Collective; folk de autor y sutiles evocaciones al rock de los 90. Una virguería que atrapa completamente al escucha. Le sigue “Home de bulto”, mucho más contenida que la anterior pero igual de emocionante, que bien refleja esa cualidad orgánica en sus temas (no por nada Miquel también se dedica a la agricultura). “Petit omnívor” es una muestra de que Serra posee una luz interior cálida y hermosa, que hace estallar y ensombrecer en sus composiciones de una manera prodigiosa, rebozando melancolía y nostalgia, entre otras emociones igual de hondas.

“Gent” es una confirmación de que sus letras poseen un carácter generalmente críptico. A veces no entiendo qué quiere decirnos el autor en un nivel textual, lírico y poético, pero a través de su interpretación transmite su mensaje y, lo que creo es aún más disfrutable, el sentimiento de ese mensaje. Serra no sólo convence, sino que directamente desarma, toca fibras sensibles. “Setembre” es una melodía amable y sencilla que nos mece plácidamente cual hamaca durante algún bonito día de finales de verano. Y si esta nos hamaquea, “Calvari de mar gran” nos acuna. Es una somnolencia dulce pero a la vez, y de manera muy tenue, inquieta, que se ve de pronto interrumpida por una vivaz melodía como venida de otro mundo (la verdad es que no sé de dónde proviene esta breve y abrupta secuencia –probablemente de África- ni qué significa).

“Sa millor cançó del món” nos despierta ternura debido a la intimidad que Miquel transpira en sus melodías. “Rumba” es la más rock del set. Aquí Serra compacta diestramente el sonido, demostrando que sabe cabalgar con tino, exhibiendo además destacados recursos instrumentales (se nota que su banda es sólida y que responde cuando tiene que responder). “El que espera” es una suave melodía folkie, acompañada por una candorosa voz femenina. Finalmente “Opilions” es una pieza que juega con las voces, buscando con ello, y con los pocos recursos que se tienen a mano, un tipo de ornamentación caleidoscópica y en bucle, que el mallorquín ha aprendido de los autores de Merriweather Post Pavilion (2009).

Qué suerte que estas bellas composiciones se hayan publicado. De otra manera hubiera sido improbable que los que hemos conocido a Miquel Serra por esta edición le hubiésemos descubierto pronto o nunca, y esto es algo que te quedas para siempre.

Artículo publicado originalmente en Fac magazine.

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