Álvaro Gil e Irene de Andrés, ornamentos y radiografías

Una radiografía urbana y una serie de disparatados y originales ornamentos es lo que aloja la galería hasta el 25 de enero del 2014.
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Irene de Andrés y su intervención en el espacio «The Window».

Comprometidos con los artistas jóvenes, la galería Louis 21 en Madrid apuesta en su actual exhibición, que se podrá visitar hasta el 25 de enero del 2014, por dos autores nacidos coincidentemente en 1986. Una es Irene de Andrés, quien interviene en “The Window”, un escaparate-ventana visible desde la calle Doctor Fourquet N°1 incluso cuando la galería está cerrada, desafiante espacio en el que ya se han atrevido artistas como Joan Morey o Eugenio Merino. De Andrés propone una especie de radiografía de lo que había ahí antes, es decir, una reja. De acuerdo a la información que facilita la galería en su nota de prensa, el local primero fue un cuartel militar, luego una peluquería, después un bar; se tornó en (otra) galería y finalmente pasó a manos de Louis 21, quienes tuvieron la lúcida idea de quitar la reja en pos de un espacio que ampliara las posibilidades de exhibición.

De día la instalación de la artista ibicenca desafortunadamente pasa desapercibida, pero cuando oscurece –sobre eso de las 18 horas en adelante- los barrotes brillan a causa de la luz que reposa dentro de la ventana, creando un efecto enigmático que hará detener el camino del paseante curioso. Más que un gesto melancólico (después de todo era tan sólo una reja común y corriente sin ninguna importancia de la que quizá ya nadie se acuerde), Irene de Andrés parece enfatizar el continuo cambio físico de las ciudades, proyectando algo que fue y ya no es. Qué curioso sería poder ver los pasados de las calles y edificios por medio de radiografías como las de este tipo, quizá nos sorprendería lo mucho que se modifican poco a poco los lugares por los que pasamos rutinariamente.

Dentro de la galería se aloja “Ornamento a medida”, una exposición individual del siempre genial Álvaro Gil. La pieza principal es la notable Brikostar, una puntiaguda escultura en forma de estrella que también podría ser algo así como una roca alienígena o una explosión petrificada. Aunque carece del colorido de llamativas obras anteriores, logra situarse dentro de lo mejor de su producción. Ya sólo por esta hay que ir.

Carbono skin y White leopard skin son una serie de objetos del mismo tamaño y mismas formas afiladas que se diferencian sólo por el aspecto de su superficie, el primero imitando fibra de carbono y el segundo piel de animal. De esta manera, Gil incorpora la mentira de lo ostentoso y/o costoso en su propuesta, como si parodiara la cultura del tuneo donde no parece importar demasiado si los materiales son auténticos o no. Como así ocurre con otras piezas de la exposición, no sabría decir qué representan o cuál es su finalidad, si es que tienen alguna. Podrían ser máscaras si tuvieran huecos para ojos, nariz y boca. Podrían ser pequeños escudos. Forzando la imaginación podrían ser miles de cosas, pero lo más seguro es que sean sólo eso, ornamentos.

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«Carbono skin» y «White leopard skin» de Álvaro Gil.

Cabezal metal flake rosa palo es una pieza que también desconcierta, resulta casi imposible encontrar un símil en la vida real con el que compararla. Como le ocurre a otras de sus obras, parece un disparatado cacharro más bien propio de un mundo de dibujos animados.

Finamente incrustadas en la pared como si de ellas salieran, se encuentran Criptonita black&white, como dos puntas de lápices, y Wall extension, un prisma hexagonal igual de blanco que la pared, prácticamente desvaneciéndose con el fondo. Finalmente Wood structure que, aunque es la pieza que personalmente menos me entusiasma, también resulta curiosa. De buenas a primeras luce como un soporte de madera con tubos de PVC pero cuando te alejas de ella y te la quedas mirando descubres, entre tantísimas interpretaciones posibles, la imagen de una rana gorda…

La visita resulta breve no sólo porque Louis 21 se compone por una sola sala y la elección de piezas ha sido compacta y acertada, también porque las obras del artista navarro -aunque a veces no entiendas su naturaleza- caen bien, por momentos fascinan, en otros conectas con la divertida mirada del autor. Termina uno animado y con ganas de más arte de Álvaro Gil.

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«Criptonita black&white».


Artículo publicado originalmente en Fac magazine.


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