13/Julio/2013. Teatro Circo Price. Madrid
Todavía no había podido digerir emocional ni conceptualmente el trallazo a los sentidos que me supuso el directo del guitarrista gaditano Gerardo Núñez dentro del marco de este mismo festival veraniego en la capital, cuando la palafrugellense Sílvia Pérez Cruz paraba en el Teatro Circo Price, a razón de su provechosa gira de presentación de lo que ha sido su debut como solista, 11 de novembre (Universal, 2012), intimista y trascendental trabajo que, por un lado, te desarma sentimentalmente por completo, y, por otro, actúa como un efectivo bálsamo para el espíritu, disco que se situó entre los primeros lugares de las listas del año pasado (incluida la mía).
A Pérez Cruz sólo la había podido ver en su actuación en el Auditorio Nacional en Madrid estrenando la obra Tonades del compositor barcelonés Feliu Gasull, pero, aunque lo disfruté muchísimo, lo que realmente anhelaba era atestiguar la expansión en directo de sus propias canciones. Y si lo de Núñez trasciende lo musical, lo de Sílvia no se sitúa muy lejos. Su voz, que es su alma, se agranda o se encoje, colma el teatro o se convierte en un susurro, se reafirma en crescendo extático o se quiebra por frágil, así según lo requiera la pieza, consiguiendo siempre anudarnos la garganta.
Sumado a esto, su sencillez, pureza y transparencia enternece (aunque esto también puede ser traducido como inocencia e ingenuidad, aspectos a señalar que ciertamente, por momentos, entorpecen el discurso netamente artístico). Se sorprendió gratamente de la positiva asistencia al Price, considerando que en el 2012 ya había visitado dos veces esta ciudad (la última fue incluso en este mismo recinto), que la crisis económica no hace sino agudizarse y que el verano en Madrid es territorio inestable porque todos los que pueden se marchan. La realidad es que la cantante catalana sigue ganando adeptos a su causa, señal de que su arte no es uno cualquiera y que su encanto natural y creativo enamoran. Por fortuna para nosotros, su público, ella es muy joven y ya tendrá tiempo de asumir que lo suyo es un don poco habitual y aún en vías de desarrollo. Si se sorprende es, creo, porque aún no se da plena cuenta de lo que lleva dentro, que es mucho, tanto como un cosmos en sí que trastoca las fibras de quien la escucha.
Sílvia nos hizo suspirar melancólica pero también apasionadamente con temas de su álbum como “Pare Meu” (bellísimo poema de María Cabrera), “Iglesias” (evocadora cita al Moon river de Mancini incluido), “Não Sei” (en portugués), “Folegandros” (que provoca lágrimas), “Diluvio universal” (dolorido viaje de Portugal a España) y “Memoria de pez” (simpática melodía en favor de la gente de buen corazón pero que se olvidan de todo), así como también piezas que aún no ha registrado o que pertenecen a otras publicaciones como “No te puedo encontrar” (con la que ganó un Goya) y “Blancanieves” (a la que además le adhiere en directo un tema popular gallego), dos de las tres canciones que cantó para la banda sonora de la última película de Pablo Berger, basada en el famoso cuento de los hermanos Grimm.
Apuntó hacia Sudamérica con “Mechita” (composición peruana que le encargaron para la obra de teatro La Chunga) y con “Tonada de la luna llena” (rítmica y un tanto onírica pieza original del reconocido músico venezolano Simón Díaz). Se acordó de su padres con “20 años”, “Temps perdut” y “Vestida de nit”, habaneras que le han heredado. Versionó dos temas habituales de su repertorio, “Corrandes d’exili” de Lluís Llach (la más agresiva del set sin duda) y “Gallo rojo, gallo negro” de Chico Sánchez Ferlosio (que el propio público le demandaba), así como “Pequeño vals vienés” de Leonard Cohen/Federico García Lorca que gustó entre los presentes (“¡grábala!”, le animaron desde la pista). Y según como lo entendí, “Abril del 77” es una composición original que mostró por primera vez en sociedad.
El público, que terminó de pie, le pedía más y más, insaciable. ¿Se puede ya hablar de consolidación como algunos ya así lo afirman? Sinceramente, y aunque yo estoy fascinado con todo lo que hace, me parece que, a tan sólo un disco como solista, es todavía pronto para ello. No obstante, sin duda apostaría que esta chica se convertirá en todo un referente cultural de este país. Pero no nos apresuremos, no hay razón para hacerlo. En cambio sí: disfrutémosla, cuidémosla, celebrémosla y presumamos de ella. ¡Afortunados somos porque no todos los días emergen artistas así!
Fotos: Estrella Checa.
Artículo publicado originalmente en Fac magazine.
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