CIBRÁN SIERRA. El cuarteto de cuerda. Laboratorio para una sociedad ilustrada

El violinista del Cuarteto Quiroga nos propone en este título un repaso a la historia del cuarteto, un viaje a la dinámica interior del conjunto y una reflexión sobre el cuarteto como una entidad democrática, cívica, social, educativa y hasta revolucionaria.

Cibrán-Sierra-EL-cuarteto-de-cuerda-Alianza-portada-LVÚCibrán Sierra (Ourense, 1979) -violinista y miembro fundador del Cuarteto Quiroga, fundador y director durante su existencia (2008-2013) de la temporada de música de cámara “Sen Batuta” en su ciudad natal, responsable de la cátedra de cuarteto de cuerda y música de cámara del Conservatorio Superior de Música de Aragón, entre otras actividades y funciones- es el autor de este El cuarteto de cuerda. Laboratorio para una sociedad ilustrada (Alianza, 2014), un título accesible tanto para los no iniciados como sugestivo para los conocedores de este género musical, la música de cámara o la música académica en general.

Está dividido en cuatro capítulos –“Breve historia del cuarteto de cuerda. Su música, sus músicos”, “El arte de la conversación musical. Viaje al interior del cuarteto”, “Cuarteto y sociedad” y “El cuarteto en el mundo de hoy”-, más un árbol genealógico desplegable de los cuartetos de cuerda en la actualidad.

El cuarteto de cuerda y la música de cámara en general se expandieron y se popularizaron a raíz de la revolución intelectual de la Ilustración y el auge de la burguesía a mediados del siglo XVIII, y por un tiempo el género llegó a ocupar un lugar privilegiado, viéndose luego desplazado en el siglo XIX debido a la espectacularidad de otros formatos, como la ópera o los solistas virtuosos que llamaban la atención por su condición de fenómenos. En el siglo XX repuntó.

Las páginas de este libro están cargadas de convicción y pasión pero, por supuesto, también de argumentos. Son prueba de lo primero sentencias como “La historia del cuarteto de cuerda es la historia del pensamiento musical”; “El cuarteto de cuerda es, de algún modo, la fórmula donde se condensa musicalmente la utopía estética de la modernidad ilustrada”; “Era la música de los músicos, la música de los que amaban hacer música y de los que deseaban conocerla en profundidad”; “El arraigado hábito de escuchar cuartetos fomentó la aparición de un oyente implicado, cuya labor era descodificar el contenido metamusical del discurso sonoro”; “el cuarteto de cuerda es la verdadera prueba de fuego para un compositor”; “el cuartero es el género más complejo de la composición instrumental”; “Ninguna otra formación, ni de cámara ni por supuesto orquestal, propone y posibilita un debate tan democrático y abierto como el cuarteto, forzando a sus cuatro miembros a un ejercicio total de responsabilidad ética y estética”; “Educarse en el espíritu del cuarteto de cuerda trasciende el territorio especializado de la formación musical. Es educación para una ciudadanía libre, dialogante y siempre crítica, de la que el músico forma parte”.

Sierra se detiene comentado la labor de varios compositores, pero sobre todo sitúa natural y lógicamente a tres nombres por encima del resto: Haydn, con quien el cuarteto “alcanzaría su plenitud y su forma canónica”, Mozart, quien expandió sus posibilidades, y Beethoven, el clímax del género tanto formal como estético. Pero ahí también aparecen, entre tantos otros, Boccherini, Schubert, Brahms, Schumann, Mendelssohn, Dvořák, Debussy, Ravel, Shostakóvich, la Segunda Escuela de Viena con Schönberg, Berg y Webern a la cabeza, y los más contemporáneos Rihm, Lachenmann y Kurtág.

Mención especial merece una figura que a finales de la primera década del siglo XX estrenó su primero de seis cuartetos de cuerda y que habría de ganarse el derecho a entrar en el olimpo del género: Béla Bartók, por quien el autor de este libro se desvive, situándolo al lado de la triada cumbre. “Los seis cuartetos de Bartók son, como corpus musical colectivo, el monumento musical más fascinante de la música de cámara del siglo XX”.

Cibrán Sierra, autor de "El cuarteto de cuerdas. Laboratorio para una sociedad ilustrada"

Cibrán Sierra, autor de «El cuarteto de cuerdas. Laboratorio para una sociedad ilustrada»

Sierra insiste y ahonda sobre la condición de equidad democrática, cívica, social, educativa y hasta revolucionaria que implica ejercer la actividad en un cuarteto (siendo profesional o amateur) y leyéndole uno podría incluso llegar a la conclusión de que el cuarteto de cuerdas es un género musical de izquierdas: “Alguien que haya trabajado en un cuarteto no puede tolerar situaciones de imposición de una minoría privilegiada sobre una mayoría sometida ni tampoco de minorías aplastadas bajo el autoritarismo numérico de las mayorías”; “[…] quien haya vivido y comprendido esta experiencia revolucionaria (en el sentido más ilustrado de su significado) no podrá entender una sociedad que no articule su funcionamiento en torno a unos mínimos asumidos de manera comunitaria, a partir de la realidad compartida, con el único fin de garantizar la libertad individual, el bien común y el respeto radical a la diferencia”; “El cuarteto de cuerdas es, fundamentalmente, un hecho social. Y, como tal, éste implica necesariamente un valor cívico (es decir, político) y, por tanto, educativo”.

Sierra dedica varias páginas tratando de derrumbar el mito de que el cuarteto de cuerdas es un género elitista y difícil, e invita a melómanos, músicos, programadores de conciertos y a la ciudadanía en general a quitarse etiquetas preconcebidas y acercarse al cuarteto con mente abierta y curiosidad.

El autor también detalla los pormenores que acontecen en la dinámica interna de un cuarteto de cuerdas: los aspectos más mundanos, la relación y comunicación que se establece entre los miembros, los retos y obstáculos, las cuestiones formales (cómo abordar una partitura, estilo, las decisiones técnicas, etc.), el mercado, los procesos a corto, mediano y largo plazo y el ensayo como centro de acción fundamental del conjunto. Es quizá el capítulo más curioso y ameno.

El cuarteto de cuerda. Laboratorio para una sociedad ilustrada no se trata de un libro tan riguroso como El piano. 52 + 36 de Justo Romero (editado también por Alianza) ni tan analítico ni tan historiográfico como otros títulos realizados por musicólogos, pero al estar escrito desde la óptica de un músico, es decir, de alguien que se encuentra activo dentro del cosmos del cuarteto, se ofrece una visión interna, de primera mano, casi defensiva hacia el gremio y muy apasionada, nada fría y distante como a veces resultan los libros de los musicólogos.

Una lectura recomendable y cercana.


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  • Mayúsculos Cuartetos menores | Pablo, la música en Siana
    18 agosto 2015 at 11:18 pm - Reply

    […] Cuarteto de Cuerda: laboratorio para una sociedad ilustrada” (Alianza Editorial), casi un manual desde el que comprender esta formación en proceso inverso, casi de retroalimentación de la […]

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