Hay películas que se denominan «corales» por su multiplicidad de personajes, en la que todos tienen aproximadamente la misma importancia en el resultado final. Estas películas son especialmente complicadas de realizar porque hay que tener gran dominio sobre el manejo de los actores, de los tiempos, y una atenta capacidad de observación para que no se escape detalle. Hay directores que dominan esta manera de contar una historia y, sin duda alguna, Berlanga era uno de ellos.
Calabuch es la historia de un científico que decide dejar la ciencia para buscar una vida más tranquila y llega a un pequeño pueblo ficticio situado en Peñíscola, dentro de la Comunidad Valenciana, a la orilla del Mediterráneo. Poco a poco se va integrando e involucrando en la vida local de Calabuch, un pueblo con muchos personajes entrañables y arquetipos muy bien definidos: el cura, el jefe de la Guardia Civil (que tiene una hija enamorada de un contrabandista), la maestra de la única escuela del pueblo, el pintor de brocha gorda, el farero, etcétera.
La película es sumamente nostálgica y conmovedora, no sé si esa era la intención de Berlanga pero desde luego ese es el resultado. Será porque pertenece a otro mundo que ya se está perdiendo, un mundo mucho más romántico, tierno, sensible, filantrópico y sustancial que este actual, frívolo y moderno en el que nos tocó vivir. Será porque es una idealización de un pueblo de España en el que ni la Guardia Civil, ni la Religión, ni el Ayuntamiento asfixian deliberadamente la vida de los ciudadanos de Calabuch, al contrario, los personajes representantes de cada una de estas instituciones terminan por caer bien ya que Berlanga, en esta película, se acerca más a una visión infantil de la autoridades (como si todos en este pueblo estuviesen jugando «al pueblito») que a la tragicómica realidad que sí ha reflejado en otros de sus trabajos (las autoridades y el poder fueron tema recurrente en la filmografía de Berlanga). Será porque, a pesar de estar rodada en un pequeño pueblo de España, contiene un fondo muy universal en el que todo mundo se podría identificar. Daría igual si fuese el Mediterráneo que, por ejemplo, el Pacífico o el Golfo de México; daría igual si fuese Peñíscola o la costa michoacana, daría igual si fuese una pequeña corrida de toros para celebrar una fiesta local que una pelea de gallos. Daría igual. Si cambiásemos algunos referentes culturales por otros, lo que nos transmite esta película quedaría intacto porque su atractivo es más su fondo que su forma. Y su fondo es universal, por eso es tan grande esta película.
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