ENRIQUE SERNA. La ternura caníbal

En diez cuentos, el escritor defeño explora temáticas como la soledad, las relaciones de pareja, el sexo, el poder, el egoísmo y las frustraciones profesionales.

LA-TERNURA-CANIBALA Enrique Serna (Ciudad de México, 1959) no se le conoce todavía mucho en España a pesar de que en su país es uno de los escritores más leídos actualmente. La editorial Páginas de Espuma, buscando remediar este indigno desconocimiento, ha publicado paralelamente en México y en España La ternura caníbal (2013), su decimosegunda publicación; su tercer libro de cuentos. El ganador del Premio Mazatlán de Literatura por El seductor de la patria (1999), vuelve a explorar temáticas que ya se podrían considerar recurrentes a lo largo de su obra: la soledad, el poder, las relaciones de pareja, el sexo, el egoísmo y las frustraciones profesionales. Ya desde el acertado título, un oxímoron que podría entenderse como una antropofagia sentimental, el autor nos expone las dualidades que encontraremos en esta compilación de diez relatos. La intensidad progresiva, los giros inesperados y los puntos de clímax atrapan al lector, dejándole, una vez que ha llegado al punto final, una vibrante resonancia en su interior.

“Entierro maya” es la historia de un sanguinario general retirado con problemas cardiovasculares, al que el médico le ha prohibido montar a caballo (una de sus pasiones) y a su mujer (a pesar de su edad, sus impulsos sexuales son vigorosos). Taciturno y apesadumbrado, el general evita a su esposa cuanto puede concentrándose en la lectura de sus libros de historia hasta que un día posee salvajemente a su compañera, experiencia tan cercana a la muerte que termina por obsesionarle y envenenarle de lúgubres pensamientos.

“Soledad coronada”, un relato donde muy probablemente el autor se proyecta a sí mismo en el protagonista, un ermitaño mexicano que labora en una universidad de Estados Unidos, es la narración de una venganza consumada que desmiente aquella proverbial creencia de que los mexicanos son cálidos y sociables por naturaleza. “La hipocresía azteca es casi perfecta, por eso nadie la descubre hasta tener clavado en el vientre un cuchillo de pedernal”.

“Drama de honor” indaga en el peso de la monogamia. Aburrido de su rutina sexual y luego de que su esposa le descubriese algunas amantes, Ramiro, un respetado médico, la convence para que intercambien parejas por un día, actividad conocida como swinger. Ella, tocada en su honor y dignidad, accede pensando que en el último momento su marido se arrepentirá al verla en brazos de otro hombre. Pero el juego se les sale de control.

“La vanagloria”, uno de los cuentos más recomendables, es protagonizado por Juan Pablo, un poeta de provincias poco conocido que un buen día recibe una carta de Octavio Paz. En ella, el Nobel elogia el cuaderno de poemas que Juan Pablo le había enviado con nulas esperanzas de que le respondiese. Para su malísima suerte, la carta se estropea cuando ya había esparcido la noticia por todos los rincones literarios y artísticos de la ciudad. Nadie le cree y le difaman. Desesperado, trata de contactar con el autor de El arco y la lira (1956), pero sólo consigue entrar en una cadena de errores y mala fortuna. Cuando lo cree todo perdido, descubre que la luz del poeta es basta como un manto celestial.

Uno de los relatos más potentes es “Material de lectura”. En él, una mujer cansada de su marido, un ex político amargado y resentido que sólo vive de batallitas megalómanas, se ve en la situación de confrontarle vehementemente durante un viaje al Amazonas. Luego del liberador cotejo, su expansión interior es tal que ya ni siquiera encuentra placer en las lecturas que antes la encandilaban, bestsellers que ahora encuentra huecos y vacíos.

El ambiente sexualmente marginal y decadente de “Cine Cosmos” me recordó al de Fruta Verde (2006), una de las novelas más intimistas de Serna. Aquí conocemos a un maternal y resignado oficinista cincuentón, cliente habitual de un sórdido cine conocido por ser punto de encuentro para acercamientos homosexuales fortuitos. Está enamorado de un chaval, maleante de poca monta, al que ha apodado Kid Azteca. Impulsivamente, se lanza en su ayuda un día que la policía lo detiene. Un arrojado acto de amor en toda regla.

El relato que más desentona con el resto es “El manco Rodríguez” entre otras cosas porque la trama no gira ni alrededor del sexo ni de la pareja, aunque sí lo hace sobre el poder. El culmen del cuento se advierte cuando un par de españoles exiliados en México, de distintas ideologías izquierdistas, se reprochan uno al otro haber perdido la Guerra Civil.

En “Los reyes desnudos” seguimos el recorrido de una pareja francesa, dos pretenciosos artistas vanguardistas de mediano o nulo talento; uno músico experimental, la otra algo así como una escultora. Es una lucha de egos entre dos personas que sólo quieren ser admiradas cuando lo único que logran es dañarse uno al otro. Cruel y destructivo como el resto de los cuentos.

En “El converso” Serna incursiona en el género fantástico, uno que practicó en su adolescencia. Sin que ese sea el objetivo primordial, el autor retrata con pocas pinceladas la chocante realidad mexicana: narcos, cárteles y muertes absurdas. Escenario donde se mueve el padre Genaro, un débil hombre de iglesia que de un día para otro comienza a recibir mensajes del más allá, unas manifestaciones sobrenaturales que le harán descifrar un tórrido crimen.

Finalmente, en “La incondicional”, el cuento más breve de todos, leemos la dura, compleja e incómoda confesión que le hace una mujer a su marido enfermo y ya con un pie en la tumba. Le transmite también reproches y amor, y con el ir y venir de la narración no sabemos por quién sentir más compasión porque los dos se han hecho canalladas mutuamente.

Definitivamente no se trata del mejor título de Enrique Serna (¡es que tiene libros muy buenos!), pero no por ello deja de ser una lectura muy provechosa y recomendable. El escritor mexicano consigue acaparar al lector, habilidoso como es para manufacturar narraciones con un pulso hipnótico por vertiginoso y fluido. Además su literatura no es pan blando: enfrenta y cuestiona. Sus palabras pueden resultar ásperas y espinosas, pero eso es sólo porque su crítica a la civilización que conoce y que le rodea es honesta y frontal. Espero que esta publicación sea el pistoletazo de salida para que se le lea más en España. Desde luego lo merece de sobra.


Artículo publicado originalmente en Fac magazine.


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