Nadadora: ¡Hasta pronto!

El grupo gallego se despide después de 10 años de carrera; concierto emotivo e inolvidable.

14 de febrero del 2013. Teatro Lara. Madrid.

¿Cuántas bandas a lo largo del mundo y del tiempo no habrán tenido que finiquitar forzosamente su carrera porque sus miembros tienen que cumplir con las obligaciones socioeconómicas que nos demanda la vida contemporánea? Sin duda, millones. Al parecer esto le ha ocurrido a la banda groveira Nadadora, quienes emitieron un comunicado en diciembre del año pasado en la web de su última disquera, Ernie Producciones, en donde anunciaban que el fin para ellos había llegado. “Motivos personales hacen imposible que podamos ensayar, componer, grabar y tocar juntos, como nos gusta, como siempre hemos hecho”, escribieron, aunque puntualizaron: “No queremos que esto sea un adiós definitivo, nos resistimos”. ¡Qué injusta puede ser la crisis! Sea o no un adiós definitivo, eso sólo lo sabe el tiempo, Nadadora decidió emprender una minigira final que pasó por Coruña, Vigo y que terminó en el Teatro Lara de Madrid, dentro del marco de los conciertos de SON Estrella Galicia.

Sara-cantando-LVÚLa fecha señalada para cerrar el telón fue precisamente el Día de los Enamorados (¿qué más es la música, sino un acto de amor puro?), durante un día particularmente cálido en la capital española, que vino a ser como una tregua en este invierno un tanto desesperanzador (la mala política de nuestros gobernantes nos sigue atosigando como una condena).

Luego de la tercera llamada en el Lara (qué bonitas son las costumbres en el teatro, ¿no?), cuatro chicos y una chica salieron al escenario, arropados desde el inicio por la calurosa sensación de camaradería que se percibía en el recinto, sin duda alimentado por toda una tropa de fieles amigos y entusiastas de la música de los gallegos. Ante esto, me pregunto: ¿cuántas vidas logrará congregar, unir y cruzar unas con otras una agrupación musical? Sin duda, muchísimas; quizá, de hecho, este aspecto sean tan importante como la misma música. Una banda no es sólo una pandilla de amigos que se juntan a tocar música, sino también un proyecto que crea vínculos, visibles e invisibles, entre un sinfín de personas distintas, separadas en espacio y tiempo.

Gonzalo Abalo (guitarra, voz), Sara Atán (voz, guitarra), Edu Romero (bajo), Daniel Abalo (batería) y Montxo Couselo (teclados) abrieron con “Invierno contigo”, primer tema de su primer trabajo discográfico, Aventuras dentro de cajas (EP del 2004), mirando así hacia atrás con nostalgia pero depurando el sonido de la original, o, mejor dicho, reinventando el sonido porque esta última ejecución, no sólo de este primer tema sino de todo el concierto en general, fue vehemente, poderosa y, no obstante, del todo recogida y concentrada. Es por esto que es una pena que ahora Nadadora se separe, justo cuando ya habían encontrado un sonido mucho más maduro, personal y definido: una mezcla entre pop, indie, noise y shoegaze (no sólo por las capas de distorsión, sino también porque no dejan de mirarse los zapatos mientras tocan). Nadie podrá negar que lo que sabían hacer muy bien.

El grueso del repertorio de la noche, la mitad de las canciones, fueron temas de su último y más gustado trabajo, Luz, Oscuridad, Luz (2010), como “Deshazte de mí”, “Me llamaréis asesino”, “Sara dice”, “El sueño ardiendo”, “Julie Christie”, entre otras, pero cayeron melodías de todos los trabajos de la banda: “Incendio #3” y “20.000 veces” de Todo el frío del mundo (2005), su primer larga duración; “Tú y cuántos como tú” y “El bosque” de Hablaremos del miedo (2007); “Septiembre no está tan lejos” de La química que nos une (2008), último trabajo que lanzaron con el sello Jabalina; e incluso hubo momento para recuperar “Sería estupendo”, un tema de su primera maqueta, El cielo de las antenas (2003), un compilado de canciones que nunca llegó a comercializarse pero que se puede conseguir surfeando por la web.

Siempre es triste presenciar la muerte de una banda porque con ellos también muere algo así como una especie de tradición, la tradición de lo que significaba para ellos estar juntos y lo que surgía tras de sí. Luego de haber pasado la mitad del concierto con ánimo un tanto silencioso y hasta tímido, poco a poco se fueron alentando mutuamente el público y los músicos, hasta que toda la energía contenida estalló por fin durante la interpretación de “1987”. El público se levantó de las butacas y no se volvió a sentar. De ahí hasta el final todo fue emoción y celebración. Nadadora se despidió en un bis de tres canciones, “Outubro”, “Una nueva vida” (la que ahora comienza para ellos) y “Siempre”. Así resumieron 10 años de carrera en espacio de hora y media. Un concierto emotivo e inolvidable. Un hasta pronto o un hasta siempre que nos ha dejado un sabor agridulce. ¡Buena suerte en vuestros proyectos vitales!

Gonzalo Abalo


 Fotos: Estrella Checa.
Artículo publicado originalmente en Fac magazine.

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