Milca y Los Vampirozombies: Rockabilly de sombras

El quinteto madrileño oscureció clásicos del rock y ofreció un par de temas propios.

Cervecería Buddy, 21 de diciembre del 2012, Madrid.

En todas las ciudades, e incluso en algunos pueblos, habitan toda una serie inmensa de conjuntos musicales que permanecen ocultos para la mayoría. Se reúnen en habitaciones mal acondicionadas para la música, en sótanos, en pisos medio deshabitados o, si tienen algo de dinero, en locales de ensayo de alquiler. Pocos o nadie les conoce, puesto que no han publicado aún nada de material y porque se han presentado escasas veces en directo. Muchos se lo toman como algo lúdico y mientras ensayan se cuentan su vida del día a día, beben cerveza y ríen a carcajadas. Otros no tanto: se esfuerzan por mejorar la técnica, la ecualización de los instrumentos, el repertorio, perfilan un estilo y se preocupan de una “puesta en escena” (cómo vestirse, qué decir, qué actitud tomar, qué adornos colocar en el escenario, etcétera).

Milza-y-Los-Vampirozombies-artEntre unos y otros, aún sin acabar de definirse, se encuentran Los Vampirozombies, un quinteto (contando a Milca, la vocalista) de rockabilly (aunque también se meten con otros géneros hermanos de éste). Su cuartel de batalla se encuentra en el madrileño barrio de Cuatro Caminos, en el distrito de Tetuán, al norte de la ciudad. Se trata de un sótano dignamente equipado, al que sólo le falta insonorización para ser ideal. Ahí se reúnen una o dos veces a la semana Milca, Juan (guitarra), Arturo (guitarra), Pippo (bajo) y Carlos (batería).

Por ahora se presentan públicamente ahí donde se pueden colar, sobre todo en bares donde algún amigo o conocido les deja mostrar lo aprendido a cambio de que traigan algo de clientela para hacer caja. Recientemente lo hicieron en la Cervecería Buddy, en el muy alejado distrito de Barajas. Sin duda alguna la distancia fue uno de los puntos que jugaron en su contra, además de la restricción del volumen que los vecinos demandaron aún antes de que se cumpliera la hora permitida. No obstante, pudieron interpretar gran parte del repertorio planeado. 16 temas, entre los que cayeron dos composiciones propias (“Vampirozombies” a modo de intro y “God Bye Tony”), tales como “Apache” (popularizada por The Shadows en 1960), “La granja” (de una banda chilena de los noventa llamada Profetas y Frenéticos), “Misirlou” (haciendo la versión más famosa, la de Dick Dale, usada en la banda sonora de Pulp Fiction), “Rumble” (creación de Link Wray), “Wipe Out” (una reconocida melodía surfera de 1963), “You mean everything to me” (Neil Sedaka a tope), “Cachirula” (un tema genial del programa infantil chileno 31 minutos), “You don’t know baby” (persuasiva versión de Wanda Jackson), “Sweet Nothings” (cautivador tema de 1960), “Batteroo” (una desenfrenada canción de The Planet Rockers), una versión un tanto desnuda de “Suspicious Minds” (interpretada por Su Majestad Elvis Presley), y de su adorado Johnny Cash, originales o versionadas por él, se atrevieron con “Ghost Riders in the Sky” (un clásico que data de 1948), “God»s Gonna Cut You Down” (un tema folk tradicional) y “Folsom Prison Blues” (de 1968), con la que cerraron de manera un tanto improvisada, ya que los vecinos del piso de arriba lograron ejercer su presión y terminar con el directo.

Lo importante es que Los Vampirozombies cumplieron moldeando versiones un tanto oscuras y sombreadas de clásicos del rock y se entregaron a la noche, como aquellas criaturas monstruosas a las que apela su nombre. Quién sabe en dónde y para cuándo volverán a emerger de su sótano. Habrá que invocarlos…

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Fotos: Estrella Checa.

Artículo publicado originalmente en Fac magazine.


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