DANNY & THE NIGHTMARES. Death of Satan

Fascinante y turbador, como todo lo que hace Daniel Johnston.

Death-of-satan-danny-and-the-nightmares-LVÚA finales de los 90 el matrimonio compuesto por Jason Lee Damrom (guitarra, bajo y teclado) y Bridget Gallo (batería, flauta y moog) le propusieron a Daniel Johnston, de quien ambos eran fans, colaborar juntos y formalizar una banda en Waller, Texas, donde el compositor y artista reside. De ahí nació Danny & The Nightmares, proyecto donde Johnston se permitía explorar una vertiente más garagera y eléctrica de lo que usualmente hace como solista, si bien el trabajo realizado con The Nightmares tampoco es que se trate de un producto radicalmente diferente de lo que podríamos asociar con el resto de su discografía.

Aquí también encontramos los temas que más obsesionan a Johnston: la religión cristiana como escudo ante lo diabólico, la enfermedad mental que le aqueja desde joven y que le caracteriza, el eterno anhelo por el amor no correspondido, además de su gusto por los cómics, las películas de terror, los monstruos de serie B, la cultura pop, Los Beatles… Todo ello a través de canciones cuya naturaleza es de corte lo-fi, aunque aquí carga las tintas más hacia lo tétrico, dando rienda suelta a sus pesadillas y pensamientos más sombríos.

En 1999, Danny & The Nightmares publicó su primer LP homónimo; en el 2003 llegó el EP The End is Near Again; otro LP, Freak Brain, vio la luz en 2005; y en el 2008 grabaron el disco que nos ocupa, Death of Satan, pero no se editó hasta el 2013 vía Munster Records en España.

Desgraciadamente la historia de los Nightmares con Daniel Johnston ha tenido que verse concluida puesto que el 16 de julio del 2011 Jason falleció a la edad de 36 años, dejando esposa y niños pequeños.

Death of Satan contiene 15 temas. Abriendo el álbum brilla con luz propia la potente “Satan don’t care”, 57 segundos que muestran por qué Daniel Johnston es uno de los autores más admirados, atractivos y enigmáticos de la escena indie internacional. Canción, ojo, de las mejores de su carrera.

Le sigue “Mentally Ill”, garaje-grunge casero sin filtros, reverberaciones de Neil Young y resonancias de Bob Dylan. “All good children” es un collage de varios temas breves, de inquietante naturaleza, guiños a Kansas y cita retorcida de “You never give me your money” de Paul McCartney incluida.

“Satanic Church” es otra bella gema deforme que atesora este disco. Se trata de una enternecedoramente solar y esperanzadora alabanza a Jesucristo con recursos traídos del góspel y arreglos de cuerda. Tan entrañable que no te la podrás sacar de la cabeza, al punto de que más adelante te la vuelves a encontrar con el nombre de “Dumb Satan (Reprize)”.

Al otro extremo, en “Nothing” encontramos a un Daniel Johnston poseído como un muñeco diabólico. Quizá durante las primeras escuchas resulte en principio aburrida pero luego damos con que es una interesante expresión artísticamente sublimizada de ese eterno niño perdido en el laberinto de su mente que es Daniel Johnston.

“Talk” es espontánea y cercana. Se trata de un momento relajado durante las sesiones de grabación en el que Daniel le cuenta a sus compañeros lo mucho que le gusta dibujar las portadas de los discos y que su padre va a pagar la producción del trabajo que se encuentran registrando, entre otros temas, todo ello mientras que sus amigos, la pareja de músicos, van desarrollando lentamente y por lo bajo un tema sencillo pero resultón que termina imponiéndose sobre la palabrería del niño-hombre.

La media cantada y media recitada “Past Happened 1st” sorprendentemente me recuerda mucho -al igual que “Suiside” y “Daniel Johnston is dead” (psicodélico y paranormal mensaje con que concluye el álbum)- a la música que hace David Lynch, concretamente a sus discos Crazy Clown Time (2011) y The Big Dream (2013). Conexión curiosa pero en sintonía.

En “Suiside” se perciben además ecos de Butthole Surfers (el guitarrista de esta formación, Paul Leary, produjo un disco a Johnston, Fun, en 1994), Los Beatles del Magical Mystery Tour (1967), Los Rolling Stones más satánicos (de hecho, cuando la canción está por concluir, el propio Daniel confiesa que la inspiración viene de éstos tres) y pizcas también de Syd Barrett.

“Lucifer Tonite” nos remite otra vez al cuarteto de Liverpool, en esta ocasión al Revolver (1966). El tema es de altibajos, potente. La voz de Johnston se muestra muy desgastada, afectada por una vida de enfermedad esquizofrénica y tabaquismo. Parece un grotesco niño dando explicaciones a un adulto, dando berridos luego. También da pena oírle en la tortu-oscuro-surferona “Songs of pain”. El mal estado de su garganta termina por darle un punto todavía más escabroso al conjunto.

La fugaz “Public domain” refleja esa dulzura ingenuidad que ha cautivado a su público, ingenuidad que en “Do die” se ve pervertida: Johnston trastorna de forma gamberra una popular melodía infantil. “Walk in the truth” posee un ligero toque nirvanesco y no sería extraño puesto que el propio Kurt Cobain se declaraba seguidor de Johnston y es famosa una foto en la que se le ve vistiendo una camiseta estampada con la portada de Hi, how are you (1983). Tema con fuerza, sucio.

La bonita edición del disco incluye un encantador folleto con dibujos de Johnston: su famosa rana, un demonio, el Capitán América, Hulk, Casper, personajes varios…

Death of Satan es un álbum con sus más y sus menos, algunos temas van sobrados de autenticidad y genialidad rozando el alucine y otros más bien están destinados a quedar como anécdota. Fascinante y turbador, como todo lo que hace Daniel Johnston.


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